domingo, 14 de noviembre de 2010

Barrio de Salamanca


Tal vez haya paseado por él, en especial por Goya, Conde de Peñalver, Serrano, o adyacentes, curioseando en sus escaparates o esa Calle Ortega y Gasset o de las grandes firmas de moda, o comprado en sus variados comercios o simplemente lo identifiquen con ese Madrid de clase media bien situada. Pero sin duda es aquel que fue construido por un malagueño, el marqués de Salamanca, como expansión de aquella Villa y Corte que finalizaba en la Puerta de Alcalá, con el Retiro como auténtico pulmón. Ahora cumple ciento cincuenta años y en la idea de José de Salamanca y Mayol, "Madrid se nos está quedando chico. Es tan pequeño que no se puede salir a la calle. Siempre tiene uno la desdicha de encontrarse a todas las personas que le cargan. Voy a dar a Madrid el más cómodo, higiénico y elegante de los barrios". Aquel sueño lo hizo realidad, en una zona arquitectónicamente estructurada que, desde el aire, es una cuadrícula semejante a Barcelona con su Diagonal. Atrás las zonas construidas por Austrias y Borbones, en torno al Palacio Real, y hacia delante quedaba aún por hacerse la modélica Ciudad Lineal de Arturo Soria. El Barrio de Salamanca tiene sabor, tanto que es sinónimo de ese Madrid elegante, con edificios que le identifican por sí solo, la Casa de las Bolas, el Palacio de los Deportes, Torres Blancas, el Colegio del Pilar, la Iglesia de la Concepción. Lo nuevo y lo de ayer en perfecta sintonía. En un próximo viaje a la Capital no deje de visitarlo, sumérjase en sus tiendas de regalos, decoración, haga una parada para degustar las mejores ensaimadas de Madrid o una cerveza bien tirada o el placer, también para golosos, de chocolates diferentes, a la taza o en bombones, pruebe arroces, muy nuestros, aunque el restaurante suene a ingles, y disfrute de la noche, en los más afamados locales. También encontrará cines, cafeterías que cierran de madrugada y en las cuales podrá adquirir ese regalo de última hora o el periódico en su primera edición. En aquel barrio, que ahora cumple años, vivieron personajes melillenses como primeros tenientes de Alcalde, abogados, oficiales mayores y secretarios de nuestro Ayuntamiento, militares, empresarios y miembros de la Asamblea de Cruz Roja. La expansión de Madrid ha hecho que se convierta en pleno siglo XXI en el centro de la Capital, ubicado en la intersección de Serrano y Goya. Nada tiene que ver con sus comienzos, al ser el lugar donde se instaló el primer ascensor, donde los tranvías eran tirados por mulas, o donde había ya servicios en las casas. Hace unos años, un afamado pintor, el manchego, Antonio López, quiso plasmar en un lienzo, su "Madrid desde Torres Blancas", con su peculiar estilo hiperrealista y la temporalidad de aquello que ve. También ahí donde termina el Barrio de Salamanca y arranca Prosperidad, nació todo el espíritu de la movida en los ochenta, con aquella mítica sala Rock-Ola, donde se forjaron Alaska, Nacha Pop o Radio Futura. En ese Barrio de Salamanca viví veinticuatro años.

Angel  Gil

domingo, 7 de noviembre de 2010

Tenorio y Paco Gamez


Dice la tradición teatral que en la víspera del uno de Noviembre se representa el Tenorio de Zorrilla, y este año, Melilla, le ha hecho sitio, gracias a la adaptación soberbia de Antonio Cesar Morón para el Grupo de Teatro Arrabal. Sonaron las voces de los malditos, la hostería del Laurel estaba repleta, D. Juan y D. Luís volvieron a su duelo, el convento olía a incienso, Brígida con sus calzas verdes, D. Gonzalo a vueltas con su honor y la candidez de Doña Inés perdida por un Tenorio que no respeta cabañas, palacios ni conventos. Cuando el telón se deslizó en el Palacio de Exposiciones y Congresos de nuevo volvió a identificarse a Arrabal con éxito. Y no es para menos con ese cuadro de actores y actrices que desde Mayo han combatido calores, han robado tiempo al ocio o a la familia llevado el cansancio diario de su trabajo para dar vida a los personajes. Paco Gámez ha sido el artífice por su empeño en que volviese la inmortal obra de Zorrilla a esta Ciudad. Ha vivido casi exclusivamente para ello durante todos estos meses, tanto que casi ha dejado de habitar en El Pueblo para hacerlo en el Auditorium, que se ha convertido en la cocina de Arrabal hasta que nos han ofrecido su buen plato. En todo proyecto hace falta un equipo, que ilusionado, cumpla los objetivos, pero sin duda la dirección es imprescindible, mas, como en este caso, cuando se vincula hasta el extremo, lo vive y da ejemplo para que los demás hagan lo propio. Mil anécdotas podrán contar todos los que se subieron a escena, aquí también la imaginación cuenta para buscar lo que no hay y de manera artesanal hacer elementos efectista en las tablas. Los que tuvimos la suerte de disfrutar del espectáculo pudimos volver a recitar los más famosos versos del teatro español hacia aquel ángel de amor, o hacer causa con el Comendador ante el rapto de su hija, viéndole morir con los ojos abiertos, sentir el frio en el cementerio con el escultor y el regreso del protagonista, ver atónitos a los ángeles y a las ánimas, asistir, y no como convidados de piedra, a la cena, o donde, ese hombre impío, pide un punto de penitencia al Dios de la clemencia. Y antes de irnos del patio de butacas nos dio Paco Gámez la sorpresa de su despedida, precisamente con esta obra. Deja la dirección del Grupo Arrabal a otros que, ya estando, tomaran su testigo. Muy difícil decisión la que ha tenido que adoptar, quien siendo puro Teatro, dice adiós, pero tal vez, tanto o más, lo será para quien le sustituya. El listón cuando está tan alto no es ya que no pueda superarse es que las comparaciones saldrán siempre, pero tal vez Paco te conviertas en ese Rey padre o en ese consejero, imprescindible en cualquier empresa. Carmen, tu fiel compañera, agradecerá esa decisión, simplemente porque disfrutará más de su marido, y también porque el Teatro no se lo robará. Tu público nos quedamos con este buen sabor de boca, de un Tenorio hecho aquí, por un magnífico Grupo Arrabal. Felicidades a todos y gracias Paco. 

 Angel  Gil