domingo, 30 de enero de 2011

Menos júbilo

La primera vez que oí esa palabra, provenía de un familiar que había terminado su vida laboral como funcionario del Ayuntamiento de Madrid, él cual defendía que jubilación viene de júbilo. Tenía razón en la acepción y además a partir de ese instante, comenzaría a tener todo el tiempo para disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, caminar desde su casa hasta el Paseo de Coches del Retiro y disfrutar de temporadas en su hogar frente al mar en Alicante. Entonces, y no hace tantos años, eso era bienestar sin Estado que le hiciera falta. Hasta hace poco se seguía escuchando, cada vez que cargaban en las cuentas de los retirados sus pensiones o las hacía llegar el habilitado, aquello de me ha ingresado la paguita el Gobierno, como si fuera un donativo del Ejecutivo, cuando en realidad es fruto del esfuerzo individual de muchos años. Ahora se habla de treinta y tantos años de cotización, de una jubilación, en el mejor de los casos, a los sesenta y siete años, cuando retornamos, si queremos que nos quede algo, a la cifra redonda de setenta para el retiro. La realidad es que las familias vuelven a ser ese colchón que todo lo amortigua, lo soporta, y lo alarga, como esos días sin pan. Y si no, me quiere decir ¿cómo pueden salir muchos de sus miembros adelante?. En España hay más de un millón trescientos mil hogares en los que no entra sueldo alguno. La labor de Cáritas, es ahora, si cabe más necesaria que nunca. Los comedores sociales ofrecen a diario un plato caliente que llevarse al estómago, y no todos son inmigrantes, porque el aumento de nacionales está llegando a límites insospechados.. La salida de los hijos de los hogares se produce a edades más tardías, por el desempleo o porque ni pueden comprar un piso ni les llega el sueldo mileurista para pagar los alquileres que, siguen estando a cifras de antes de la crisis. Esta es la España real. Entonces a ese paso, ¿si empiezan a trabajar pasados los treinta largos, que les quedará de pensión?. Las vacas flacas de hoy son consecuencia del derroche sin freno de años atrás, y lo claro es que caminamos a un futuro con menos pensionistas que cobraran menos dinero. La clave se encuentra en la creación de empleo para que se mantenga el sistema, todo lo demás son parches y el escenario para salir en una foto a base de un consenso que no es tal sino escoger como compañeros a aquellos que son parte de la clac. La inminente llegada de Ángela Merkel, esta semana que comienza, ha podido acelerar este proceso, simplemente para quedar bien, pero sin atajar medidas que resuelvan estos casi cinco millones de parados. Seguir subsidiándolos no resuelve el cáncer, hace falta un motor que incentive la búsqueda de empleo. Pero a estas alturas ya no nos creemos mas cuentos y los ciudadanos quieren trigo y menos predicamentos. Es increíble que estemos retrocediendo a 1.996 porque aquí no vale decir, lo pasao, pasao. Lo que realmente nos preocupa es el futuro de nuestras pensiones y no otros temas, porque el Estado del Bienestar ha entrado en quiebra.


Ángel  Gil

domingo, 23 de enero de 2011

La aldea del Senado

En la Plaza de la Marina Española esta semana olía a aldea. ¡Bienvenidos a la república independiente de Babel!, donde nos recibe un monumento a Cánovas, malagueño y español universal. En la plaza no hay vacas, aunque si un Buey. Las trompetillas de los vecinos son pinganillos, que para eso son señorías y en el bar se juntan de diferentes lugares y todos se entienden porque hablan el mismo idioma. En cambio cuando se acomodan en sus escaños aparcan el español, prestándose a la traducción simultánea en cinco idiomas. Esto no es una pesadilla ni un sueño de los que se miran el ombligo, a partir de ahora es una realidad en el Senado, que pudiera trasladarse al Congreso de los Diputados, si prospera la proposición de ley de los nacionalistas. Esta nueva patada a la lengua común de todos los españoles y por tanto a nuestro principal patrimonio va a costarnos la cifra de trescientos cincuenta mil euros al año por el sistema de traducción, mas cuatro mil quinientos euros de adquisición de pinganillos. La verdad es que esa cantidad es irrisoria a tenor de los cuatro millones de parados que padecemos. Que la Cámara Alta es aquella llamada a ser la de representación territorial, es un mandato constitucional aún no cumplido, que las lenguas a las que se les aplica la traducción simultánea son españolas es tan cierto como de sentido común hablar todos en castellano, pero de nuevo se plantea el porqué existe un sistema bicameral. Este nuevo dispendio que los españoles vamos a tener que sufragar, hace que de nuevo arrecien las críticas contra la institución del Senado, demostrándose que todo lo que allí se hace o se le pone sordina o bien no goza la Cámara con el adecuado gabinete de comunicación que traslade el trabajo de sus señorías. Un error como este no puede emborronar la trayectoria del Senado y de esto he sido testigo. Pero es evidente que a los nacionalistas hay que ponerles freno, que no hay que darles todo, incluso esto tan de pedanía, para contentarles o lograr aferrarse a un poder que hace aguas por todas partes. Si el pinganillo se hubiese impuesto hace bastantes años no hubiésemos podido disfrutar de La Tía Tula, El Árbol de la Ciencia, Últimas tardes con Teresa, Los Cipreses creen en Dios, Los Pazos de Ulloa o La Catedral. La sensatez es algo de lo que carecen estos defensores de aldea, sin amplitud de miras, que precisamente no son buenos anfitriones y que en sus terruños son capaces de anteponer el inglés a la lengua de Cervantes. El espectáculo que ha comenzado esta semana en el Senado es impensable en otras naciones de nuestro entorno, que seguramente habrán pintado más de una sonrisa o qué volverán a preguntarse si aún estamos en 1.898 con los males de la nación. La regeneración se hace imprescindible, también para devolver, el papel que un sistema parlamentario goza, sin hacer que los excluyentes nos vuelvan a colocar dando bandazos o convirtiendo al Senado en una organización supranacional. En la Cámara Alta también reside la soberanía nacional, y nada tiene que ver con este aldeanismo de nuevo cuño.


Ángel  Gil

domingo, 16 de enero de 2011

Paréntesis laboral


Después del anuncio, que hemos recibido los activos, acerca de la edad de jubilación, bueno será que cojamos aire, respiremos profundamente y afrontemos la realidad tal cual viene. De todos es conocido que antes se pasaba a ser pasivos a los setenta años, luego surgieron las anticipadas, en casos concretos en condiciones ventajosas. En fin el deseo es que se garanticen las pensiones para todos. Siempre me ha sorprendido como en bastantes negociados de la Administración, los que allí trabajan, suelen colocar en las paredes carteles turísticos con paradisíacas playas, monumentos o buenas pistas de esquí, otros se decantan por las tarjetas de sitios visitados, y si son moteros, aparecen junto a las máquinas en un circuito o montados en ella en una concentración de pingüinos, en definitiva, imagino, que pretenden evadirse de la montaña de papeles que les rodean o tal vez buscan la inspiración en las imágenes o en los recuerdos de aquellos lugares vividos. Según un estudio de la Universidad de Queensland, en Australia, pasar demasiado tiempo sentado no es bueno para nuestra salud, se fomenta la obesidad, aparecen problemas cardiacos o dolores de espalda, y surge un debilitamiento de los huesos. La lucha contra el sedentarismo, que nos proponen desde las antípodas, consiste en hacer varios descansos a lo largo del día en el trabajo, aunque sean solo de un minuto, porque es beneficioso para el corazón y la cintura, según demuestran que quienes tomaron mas descansos tenían cuatro centímetros menos que los que apenas se levantaban. Ante esta situación llega el momento que las empresas comiencen a replantearse su actitud respecto a lo negativo para la productividad de levantarse varias veces de una silla y más aún ¿puede preferirse a alguien inmóvil en su puesto de trabajo pero al que se le ocasionen enfermedades con las consiguientes bajas laborales?. Los consejos prácticos van desde incorporarse al atender el teléfono, hasta formalizar reuniones de pie, pasando por hacer recesos durante las mismas, centralización de los cestos de papel o de impresoras, subir a pie, ir al baño de otra planta, y fomentar la comunicación cara a cara en lugar de llamadas o intranet. Los japoneses fueron pioneros cuando implantaron en sus empresas zonas de descanso, comprobando que sus trabajadores eran infinitamente más productivos tras esos momentos de paréntesis. La otra cara de la moneda la encontramos en compañías noruegas donde evitan que sus empleados pierdan tiempo en ir al baño. Este kit - kat de los descansos podría ir introduciéndose en los códigos de empresa, como resultado de las recomendaciones de los gabinetes de prevención de riesgos laborales en beneficio del capital humano y de la propia organización. No todo es el humo del tabaco, hay lugares que no reúnen las mínimas condiciones de salubridad para desarrollar nuestras ocho horas de jornada laboral, o algunas extras. Uno de los mayores índices de bajas laborales se suelen dar en las plataformas telefónicas precisamente por el espacio físico donde desarrollan esa atención al público, el sistema de llamadas donde una va detrás de otra y las moquetas, de las cuales y en tono jocoso, se las califica como lugares con vida propia. El trabajo que no falte, pero mejor con respiros, ¿no cree?
Ángel  Gil