Hace
veinte años Melilla y Ceuta lograron su autonomía. En otras partes
de nuestro territorio la consecución de los respectivos Estatutos
fue fruto del cambio del modelo centralista francés que teniamos en
España por el de un Estado autonómico. La mecánica del proceso
político llevaba a que concedido a vascos, catalanes, y gallegos y
aceptado aunque no mirado con unanimidad a andaluces, ya vendrian el
resto de regiones a alcanzarlo. Esta situación es el ejemplo mas
claro que la Constitución de 1.978 es asimétrica. El catedrático y
ex ministro Manuel Clavero Arévalo fue, sin duda, quien consiguió
que se introdujera en la Ley de Leyes la posibilidad que las
autonomías llegaran a ser tan plenas como las denominadas, y no tan
correctamente, históricas. Su frase Café para todos en la que
reclamaba igualdad de trato para Andalucía marcó un hito y un
testigo acogido y reclamado por todas las demás. Pero el camino de
Ceuta y Melilla fue tortuoso, lleno de exclusiones como primero
hicieron los socialistas al denegar la entrada en la Comunidad
andaluza por el simple hecho que la inclusión de ambas les hacía
perder la mayoría, pese a una opinión tradicional y de tanto peso
como la de Blas Infante, el cual siempre habló de una Andalucía
peninsular y de otra africana. Y después, de nuevo el PSOE, que
gracias a su rodillo y a su negativa a aceptar lo que la Constitución
consagraba frenó de manera insistente el legitimo derecho de las dos
Ciudades del Estrecho a alcanzar un Estatuto. Melilla y Ceuta
vivieron en la mas absoluta soledad su paso por el desierto
estatutario mientras la amenaza reivindicativa marroquí arreciaba
pero con el único apoyo parlamentario del Partido Popular, que se
convirtió en la voz de unos ciudadanos que solo reclamaban ser
iguales en derechos y en deberes a los del resto de España. La labor
ingente y aún no reconocida en toda su extensión de los
parlamentarios melillenses, Carlos Benet, Jose Luís Sánchez Usero,
Jorge Hernández Mollar y Jose Luís Poza, canalizaron las
reivindicaciones tanto en el Congreso como en el Senado para que
dejásemos de ser españoles de segunda. Desde aquel 13 de Marzo de
1.995, siempre existirá un antes y un después, ya que no solo se
cumplia un viejo sueño sino que se hacía justicia. Los melillenses
supimos que sin esfuerzo era imposible doblegar a quienes nos negaban
el pan y la sal pero sobre todo aprendimos desde la unidad tambien
con los ceutíes a ser unos más en el nuevo mapa. La situación para
la Moncloa se volvió insostenible mas aún con un artículo como el
14 de la Constitución y con la Disposición Transitoria Quinta de
ese mismo texto legal.El dialogo con la oposición para desbloquear
la situación autonomica de Ceuta y Melilla que llevó a cabo el
ministro socialista, Jerónimo Saavedra, fue decisiva, sin duda desde
su formación jurídica y por su origen, canario, que le hizo mas
sensible a la insularidad que nosotros como ellos siempre hemos
padecido. Es hora de reconocer que si los pueblos ceutíes y
melillenses no se hubiesen movilizado como hicieron tanto en sus
respectivas ciudades como en la histórica marcha a Madrid, no
tendriamos Estatutos. A aquellos ciudadanos anónimos mi merecido
homenaje porque en aquellos intensos años viví en las Cortes
Generales y en la calles de Madrid los gritos sonoros o silenciosos
de todos para ser iguales
Ángel
Gil