Mujer
como protagonista, tan cotidianas que las encuentras paseando a tu lado en
cualquier calle, que trabajan fuera y dentro de casa, que son el eje de una
familia monoparental, están casadas o viven su momento impar. Esas anónimas a
las que el objetivo de una cámara las sitúa en un jardín frente a una pared
desconchada por el paso del tiempo, por el desgaste de mil levantes que nos
llenan de sal, o sumergidas en un aljibe cuyas gotas frías esconden el bien de una
existencia pobre pero entregada al ser humano o aquella pegada a un plástico
que la vuelve sin nombre pero con números pendientes de una instrucción. El
espejo y la mujer como en la pintura, para ver más allá de un cuerpo, el alma
de la modelo. Son ellas, póngale solo el nombre y vera el reflejo de historias
que conoce, de soledad, abandono, de esfuerzos, de violencia doméstica, de esas
luchadoras que arañan la vida por los suyos, por ellas, por un trabajo o un
futuro mejor o ante el drama del aborto o el paro, esas que un día idealizamos
para robarnos más de un sueño o las que rompieron madrugadas al calor de un
chocolate o un pan recién hecho tras la fiesta. Mujer, como sinónimo de vida,
de compañera en los caminos, inseparables, madres, guías, confesoras, amigas,
maestras, amantes. También hay hombres, solo dos, uno en su plenitud con la
otra cara de la luna y el pequeño que da los primeros pasos con sus ojos
abiertos para recoger todo lo que el mundo ofrece o como el hace con sus palmas
frente a un cristal. El melillense Paco García nos ofrece su exposición de
fotografía “otra mirada”, hasta el 30 de Junio, en el Salón de Exposiciones del
Real Club Marítimo. Treinta y ocho instantáneas en blanco y negro para pensar o
debatir, para que tu mente sueñe o te haga activista ante desigualdades que nos
avergüenzan. Paco no le va a dejar indiferente ante la mujer de mirada perdida
que se apoya en un palets cual barrotes de aislamiento, ni ante el papel
arrancado tras el que encuentras la piel desnuda, ahí el artista ofrece el
regalo de un ser humano único. Los ojos de Paco García pueden ser los nuestros,
solo nos falta pararnos en una vida de estrés, de prisas, donde ni se oye, ni
practicamos el placer de una buena tertulia. Póngase en el papel del otro,
escuche y no solo con sus oídos, para descubrir la comunicación no verbal, de
unos gestos, de una ropa, de la mirada que habla y de la sonrisa que envuelve.
No hace falta que no lleven título las fotografías expuestas, puede que tras de
ellas veamos a Desideria de Antonio Gala, a Ana Azores de Clarín o a Olga
Arellano de Vargas Llosa. La “otra mirada” de García es para dedicarle tiempo
en su recorrido y adentrarse en su peculiar visión que tal vez no sea tan
discordante con la de esta sociedad, aunque miremos para otra parte para no
involucrarnos y no asumir problemas. Solo que todo esto es como una noria y
jamás sabemos lo que nos espera a la vuelta de la esquina la vida. Ahí en ese
instante es cuando volvemos la vista atrás y pasamos como si de un vídeo se
tratase lo soportado por otros a los cuales ni entendimos. Querido lector o
lectora sea participe y no haga de su existencia un pasar sin más, ponga otra
mirada
Ángel Gil