domingo, 21 de junio de 2015

Paco y su otra mirada



Mujer como protagonista, tan cotidianas que las encuentras paseando a tu lado en cualquier calle, que trabajan fuera y dentro de casa, que son el eje de una familia monoparental, están casadas o viven su momento impar. Esas anónimas a las que el objetivo de una cámara las sitúa en un jardín frente a una pared desconchada por el paso del tiempo, por el desgaste de mil levantes que nos llenan de sal, o sumergidas en un aljibe cuyas gotas frías esconden el bien de una existencia pobre pero entregada al ser humano o aquella pegada a un plástico que la vuelve sin nombre pero con números pendientes de una instrucción. El espejo y la mujer como en la pintura, para ver más allá de un cuerpo, el alma de la modelo. Son ellas, póngale solo el nombre y vera el reflejo de historias que conoce, de soledad, abandono, de esfuerzos, de violencia doméstica, de esas luchadoras que arañan la vida por los suyos, por ellas, por un trabajo o un futuro mejor o ante el drama del aborto o el paro, esas que un día idealizamos para robarnos más de un sueño o las que rompieron madrugadas al calor de un chocolate o un pan recién hecho tras la fiesta. Mujer, como sinónimo de vida, de compañera en los caminos, inseparables, madres, guías, confesoras, amigas, maestras, amantes. También hay hombres, solo dos, uno en su plenitud con la otra cara de la luna y el pequeño que da los primeros pasos con sus ojos abiertos para recoger todo lo que el mundo ofrece o como el hace con sus palmas frente a un cristal. El melillense Paco García nos ofrece su exposición de fotografía “otra mirada”, hasta el 30 de Junio, en el Salón de Exposiciones del Real Club Marítimo. Treinta y ocho instantáneas en blanco y negro para pensar o debatir, para que tu mente sueñe o te haga activista ante desigualdades que nos avergüenzan. Paco no le va a dejar indiferente ante la mujer de mirada perdida que se apoya en un palets cual barrotes de aislamiento, ni ante el papel arrancado tras el que encuentras la piel desnuda, ahí el artista ofrece el regalo de un ser humano único. Los ojos de Paco García pueden ser los nuestros, solo nos falta pararnos en una vida de estrés, de prisas, donde ni se oye, ni practicamos el placer de una buena tertulia. Póngase en el papel del otro, escuche y no solo con sus oídos, para descubrir la comunicación no verbal, de unos gestos, de una ropa, de la mirada que habla y de la sonrisa que envuelve. No hace falta que no lleven título las fotografías expuestas, puede que tras de ellas veamos a Desideria de Antonio Gala, a Ana Azores de Clarín o a Olga Arellano de Vargas Llosa. La “otra mirada” de García es para dedicarle tiempo en su recorrido y adentrarse en su peculiar visión que tal vez no sea tan discordante con la de esta sociedad, aunque miremos para otra parte para no involucrarnos y no asumir problemas. Solo que todo esto es como una noria y jamás sabemos lo que nos espera a la vuelta de la esquina la vida. Ahí en ese instante es cuando volvemos la vista atrás y pasamos como si de un vídeo se tratase lo soportado por otros a los cuales ni entendimos. Querido lector o lectora sea participe y no haga de su existencia un pasar sin más, ponga otra mirada
Ángel Gil

domingo, 14 de junio de 2015

Ángel Valencia

La noticia aun no parece ser cierta cuando se habla de alguien con tanta vida al límite de la actualidad o superándola como en tantas ocasiones. Ahora da igual, lo importante es que existió una persona como él que pudo ser espectador pero sin pisar el albero que pudo pasar si nada hacer, pero seguro que no tendría el nombre de guerra que la profesión le puso. En su último adiós a la Melilla que le acogió había caras pero faltaban otras tantas. A Valencia sólo había que escucharle, pararse y templar su conversación para poder dialogar, para entender su verbo apasionado aunque no se coincidiera o las ideas fueran opuestas. Era tal cual, usaba camisetas tal vez porque el chaqueteo no era lo suyo, ni tampoco el poner alfombras ni subir a los altares a quienes ni lo merecen. Es recomendable vivir como a uno le plazca sin caretas y sin miedos, esos que atenazan o que hacen volverte para ver quien observa, esos que minan una convivencia y coartan la libertad. La cual no debe decirse sino practicarse y sobre todo sentirse, si se carece no vamos bien, pero si la prensa no es libre, no es ya ni cuarto poder. Es aborregamiento, es ser voceros, es dejar de pensar para que otros nos digan lo que se debe o no se debe hacer, sobre todo esto último en un mundo de prohibiciones. Ayer se cumplían cinco años desde que apareció el diario Norteafrica.com, por obra y gracia de Ángel Valencia. Hoy permanece mudo, sin actualizarse y sobre todo sin dedicar una línea sobre la noticia del adiós de quien lo creó. La opinión en la calle es que debe ser fiel reflejo de lo que aquí acontece como el mejor homenaje a quien fue su padre, pero también por el trabajo de todos los que ahí han estado. La vida que hace coincidir un cumpleaños con otro nacimiento, el eterno. Ahora pienso en Jesica, como fiel escudera, como aprendiz en un mundo digital difícil pero sin duda sin descanso. El tándem funcionó porque la confianza se basaba en el respeto y esto en creer en ella. En estas horas vuelven a aparecer instantáneas de Ferias de Turismo, de encuentros apresurados de quienes se cruzan por la calle pero tienen minutos para saludos, de uno que va a una convocatoria o de otro que va a una declaración, también de tantas preguntas en ruedas de prensa, a la que Valencia siempre iba y nunca te fallaba. Los previos, mientras se colocaban micrófonos o una cámara, tenían el sabor de lo inesperado de la ilusión por descubrir a pesar de la veteranía ganada en mil batallas y después, llegaba el análisis o por qué no de sacar donde no había o de intuir lo venidero. Aquí de nuevo las dos manos caídas agarradas a un capote como en las buenas verónicas. El último acto en el que coincidimos fueron las tomas de posesión en el Colegio de Abogados, le note algo cambiado, tal vez porque el traidor infarto rondaba, pese a todo supo captar mi preocupación por la organización y me preguntó con interés por si estaba todo bien. Este es el Valencia que conocí, el del jefe de prensa del Ayuntamiento, o el que luchaba a diario como si fuese su último día tras las noticias, el que quería contarte que pasó cuando era un activista vecinal o con aquél depósito que se rompió. Su obra digital merece seguir, con otras personas y otra impronta, simplemente porque Ángel Valencia es irrepetible. ¡Que el buen Dios te haya acreditado ya en su Reino!
Ángel Gil