Su majestad, D. Felipe VI, ha concluido esta semana,
con los representantes políticos, sus rondas de consultas. Pese a que algunos
hablaban de Borbonear, al final hemos contemplado como solo el Jefe del Estado
ha practicado el arbitraje y la moderación como herramientas de su difícil e
imprescindible tarea. Mariano Rajoy ha aceptado la propuesta del Rey de ser
candidato a la investidura, pero a la más pura esencia gallega, mantiene
que a lo que realmente se ha comprometido es a intentar formar Gobierno y, en
consecuencia, hacer todo lo posible para recabar los apoyos necesarios. La
investidura queda, según Moncloa, para otro momento procesal que afecta a las
dinámicas parlamentarias. Es cierto que viví otras Legislaturas donde el
rodillo socialista aplastaba la lógica mientras Luis Roldan y los fondos
reservados huían tanto que después de veinte años siguen sin aparecer, pero
créame que ahora este sube y baja con muñeira de fondo merece pararnos y
pensar. Puede que sea de los pocos españoles que cree ver una solución al
laberinto ibérico en el que nos han metido y que no debe pasar por unas
terceras elecciones. A la investidura hay que ir. Hablar ahora está bien pero
haberlo hecho en la última Legislatura real, hubiera sido lo necesario. El
diálogo no hay que reivindicarlo solo cuando Santa Bárbara truena y los sillones parecen que nos abandonan,
tampoco se puede atacar a quien puede ser tu tabla de salvación para posteriormente
llorar y decir no me quieren o solo ponen piedras en el camino. Tengamos todos
presentes que antes de volver a las urnas queda otra opción, nuestra
Constitución no obliga a que el candidato escogido por el Monarca tenga escaño
en el Congreso. Deberían plantearse todas las fuerzas políticas la posibilidad
de llegar a un consenso y designar a un independiente que formase Gobierno.
Mariano Rajoy ha ganado las elecciones pero si no suma a otras fuerzas, antes
que se disuelvan las Cortes Generales y volvamos a votar, no debe descartarse
esa opción. Con el desafío independentista catalán, España no debe mostrarse
débil y una muestra de ello es no poder formar Gobierno. Al que se forme le
quedan otros grandes retos por solventar, los recortes de Bruselas, el Brexit
que ha dado un vuelco a la Unión y que tiene de trasfondo el futuro de
Gibraltar y el de tantos españoles que trabajan en el Reino Unido, sin olvidar
que Madrid está llamada a ser la nueva City, y que el paro no puede dejarse de
combatir. Pase lo que pase a los senadores y diputados que nos representen no les
queda otra que trabajar en Comisiones y en Pleno, practicar el diálogo y no
acomodarse en su escaño esperando que le marquen con los dedos de una mano lo
que deben votar. Atrás quedaron los tiempos de las mayorías absolutas y del bipartidismo.
España es más plural y debe admitirse con naturalidad. En las Cortes Generales
solo deben estar los mejores. Forcadell a Etiopía y de Borbón a Mallorca
Ángel Gil