domingo, 18 de diciembre de 2016

Historia de una escalera


Como sus escalones, asciendes o desciendes…te mantienes, es la vida. Puedes ir deprisa pendiente de si la música o el timbre te marca entrar o salir del aula o lentamente, respirando hondo. Ahí se forjaron triunfos y a veces fracasos. No es casualidad que la rodeen Plus Ultra, San Juan Bautista y el Cuartel de Santiago. Ahora no se miran los pies que Buero veía pasar por la calle, ahí se escuchan risas y voces, balones que se estrellan contra una pared o relatos de compis de esos amores con niñas de las Monjas. Conejas y grajos. Distintos y complementarios, pero siempre imprescindibles en la formación integral del ser humano. Que lo que estuvo un día unido llegó alguien que lo separo. La Salle es parte de cada uno. ¡Quién no tiene un recuerdo del Colegio de los Hermanos!.105 años nos contemplan y 436 hermanos han dejado su impronta en cada alumno. Por esto y algo más se ha dado el nombre del Hermano Crescencio a esa escalera. Terrazas Olaya, religioso de las Escuelas Cristianas, de hablar pausado con perfecto uso del lenguaje. Castellano de fría tierra, donde no se puede ver el mar, de melancólicas campiñas llanas, rasas, yermas, polvorientas, como la describía Azorín. Aquí Crescencio se sacia de este de levantes, de esos que hacen pesar hasta las manos. El Hermano desde la ventana de su cuarto, ve el último sol de una tarde de poniente, “lejos de la colina con los cipreses rígidos, a los lados. A esta olmeda que se abre a la salida de la vieja ciudad llega en el silencio de la mañana, en la paz azul del mediodía, el cacareo metálico, largo, de un gallo”. Crescencio oía las aspas del molino, el cornetín de los Regulares y recorre el paseo del parque entre palmeras, de este jardín del sur que busca rincones en las tardes del estío melillense. “Estas viejecitas de luto, con sus manos pajizas, sarmentosas, no encienden cuando llega el crepúsculo una luz ante la imagen de una Virgen que vela por los que salen en las barcas". Bien sabe el Hermano Crescencio que en Melilla se elevan oraciones a la Patrona, protectora de este pueblo, por ese temporal o terremoto, como siempre se hizo, desde aquellos hombres de mar que fueron descalzos entre cuestas y callejones hasta el Santuario de la Victoria. Melilla nunca olvida como se abrieron las puertas del Colegio para convertirse en hospital cuando las Campañas azotaban. Gracias Hermano Crescencio en su labor vemos al Señor de La Salle… “amaran a sus alumnos. Si tienen firmeza de padre con ellos deben tener también ternura de madre para acogerles y hacerles todo el bien que de ustedes dependa”
Ángel Gil

domingo, 11 de diciembre de 2016

Aislados


El anuncio de la reducción de enlaces y de la eliminación de destinos aéreos es la peor noticia que un melillense puede recibir. Aislados en un mundo globalizado es un contrasentido y un profundo fracaso de los responsables públicos. A los cuales habrá que pedirles las oportunas explicaciones políticas por la clara dejación de funciones. De nada sirve acudir a Ferias del sector para simplemente hacerse la foto y luego vender la llegada de cruceros, por cierto con una mínima incidencia en las cajas del comercio local, cuando la carretera aérea se minimiza. Melilla precisa un pacto por los transportes entre todas las fuerzas representadas en la Asamblea y el Gobierno, para que aunque se produzca un cambio de color en la Moncloa, eso no nos afecte. El desarrollo que significativamente han tenido, en los últimos años, capitales como Segovia, Toledo o Cuenca por el hecho de llegar el AVE allí debe servir de ejemplo de cómo la lucha de todos (políticos, ciudadanos, y agentes sociales) consigue converger los raíles con destino al progreso. Llama sorprendentemente la atención tres desaparecidos en la escena, la CEME, sindicatos y la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Melilla, impasibles, mudos, como si con ellos no le fuera este problema aéreo y tantos otros. Los empresarios melillenses se sienten huérfanos pero sobre todo solos ante quienes miran para otro lado y son ellos con su esfuerzo y tesón los que cada día levantan el cierre de sus negocios con el único objetivo de poder llegar a fin de mes. De fondo suena… Escondidos, solos tú y yo, atrapados sin poder salir del interior, mientras caemos en desazón. Nuestra Ciudad se pierde en esfuerzos innecesarios, o en proyectos, muy costosos, pero de baja o nula utilidad para el conjunto de la población. Una ciudadanía que al pisar suelo peninsular comprende las carencias que aquí padecemos y que al volver retoma el ambiente de la ciudad que, como Vetusta, duerme la siesta. Vender humo no es querer a esta tierra como tampoco lo es actuar como trileros. De todos es conocido la publicidad firmada con Air Nostrum y el coste que la misma ocasiona a las arcas públicas y después de tanto llegamos a este recorte. Las tijeras ya saben que son afiladas y que desunen, busquemos tender puentes pero sobre todo aparquemos lo innecesario, corramos no por deporte, solo para llegar a tiempo. Laboremos por el interés general y que aquellos que han desaparecido, vuelvan, hagan oír su voz pero no en hoteles y de farándula o por Mayo sino en una mesa de negociación donde, sin horas, aporten libremente soluciones al problema que nos incumbe. El turismo es un gran invento cuando se gestiona. El atractivo de Melilla es indudable tanto como los precios desorbitados que sufren los turistas por llegar hasta aquí y también, en tantas ocasiones, los propios residentes. ¡Qué tronío que viva un pueblo con poderío!. Aquí hay muchos Mr. Marshall
Ángel  Gil

domingo, 4 de diciembre de 2016

Los Duarte

Cuando un Enero, aún despuntaba, tuve la suerte de conocer a la Hermana Carmen de Cristo Rey. En Ronda en ese Convento de Carmelitas Descalzas, donde el silencio respira plegaria y a fuego lento se endulzan a fieles y laicos. Oración y trabajo. Era muy de mañana y mis pasos por sus calles anhelaban el encuentro con quien además de ser familia, compartimos una misma fe. Mi tía Carmen me había hablado de ella, como ahora lo hace Dolores, de cómo su vida cambió a la muerte de su hermano, Juan e ingresó en el Carmelo con veinte años añadiendo a su nombre las últimas palabras pronunciadas por él. Tuvimos que esperar que finalizase otra visita, una puerta de madera se abrió, dos sillas nos esperaban delante de una reja…estábamos en un Convento de clausura. Dos carmelitas conversaron con nosotros mientras traían en su silla de ruedas a la Hermana Carmen, y cuando apareció, su felicidad brillaba en su rostro, quien a Dios tiene, nada le falta. Había algo especial en ella, ojos azules en una mirada limpia, reflejo de un corazón donde solo el amor da valor a las cosas. Si la santidad puede convivir entre nosotros lo pude percibir en mi encuentro con ella y mas allá de esos muros y para siempre. Su mente clara hasta el último instante de poner su alma en manos del Padre, el pasado mes de Octubre, solo ansiaba el reencuentro con su hermano, Juan Duarte, mártir de la persecución religiosa más importante del Siglo XX, la llevada a cabo por la España republicana en la guerra civil. Su detención, como se recoge en su biografía, ocurrió el 7 de noviembre de 1.936 en Yunquera (Málaga), por la delación de alguien que, tras un registro fallido llevado a cabo en su casa, le vio asomarse a una pequeña ventana para respirar aire puro después de estar escondido varias horas, sin luz ni ventilación. Cuando los milicianos pegaron en la puerta, sólo se encontraban en casa su madre y él, En Álora, fue llevado primeramente a una posada y, después, a un calabozo municipal, en el que durante varios días fue sometido a torturas, con las que pretendían forzarle a blasfemar. En la cárcel se inició el sádico proceso de mortificación, psíquico y físico. Empezó introduciendo en su celda a una muchacha de 16 años, con la misión expresa de seducirle y aparentar luego que la había violado. Como este atropello no dio el resultado apetecido, uno de los milicianos, con la colaboración de otros, se acercó a la cárcel y con una navaja de afeitar le castró y entregó sus testículos a la tal muchacha, para que los pasease por el pueblo. La muerte se consumó en la noche del día 15 de noviembre de 1.936, con un machete lo abrieron en canal de abajo a arriba, le llenaron de gasolina vientre y estómago y luego le prendieron fuego. Las últimas palabras de mi primo, el beato Juan Duarte fueron: "Yo os perdono y pido que Dios os perdone”
Ángel Gil