Hablar de Vaticano es hacerlo de la española Paloma Gómez Borrero.
Nadie como ella supo abrir las puertas de la Basílica de San Pedro y algo mas a
creyentes e incrédulos con su cara amable, su gran humanidad, sus firmes
convicciones religiosas y su sólida formación universitaria. Cuando apenas se
confiaban a mujeres labor de corresponsales, Paloma se gano esa confianza
dentro y fuera de la Santa Sede. Un lugar que como ella mismo calificó era el más
fácil del mundo para trabajar. Sin duda lo que ella obviaba era que su buen
hacer allanaba caminos y que solo un espacio del pequeño Estado papal, la
Capilla Sixtina en los Conclaves para elegir Santo Padre, se resistía, por
razones de protocolo, a su presencia. En los demás buceaba detrás de la
información y supimos lo que era un Camarlengo o el poder inmenso de un
secretario de Estado. Y ese quehacer diario nos lo trasmitía casi sin esfuerzo,
tal vez porque no pensábamos que la vocación hacia lo demás. En periodismo hay
algo que todos ansían y muy pocos logran, la fiabilidad en la información y
ésta se lograba cada vez que su voz sonaba desde la Ciudad Eterna. Paloma es un
ejemplo a estudiar en las facultades, como llego a ser la primera corresponsal
mujer en TVE allá por los años 70 o como olía la noticia e incansablemente iba
detrás de ella. Si Jesús Hermida fue con su mechón y sus crónicas con cabezadas
por la pequeña pantalla el sonido en España de los Estados Unidos, Paloma
seguirá siendo la voz que relacionaremos con las fumatas blancas, los ciento
cuatro viajes papales de Juan Pablo II o las audiencias de los miércoles desde
Roma. Pero tampoco pudieron resistirse a sus preguntas monstruos sagrados del
cine como Ava Gardner, Roberto Rossellini, Vittorio de Sica o Sofia Loren. Se
introdujo en los históricos estudios de CineCitta y al final logro aquellas
exclusivas que la consolidaron como un referente en un mundo de hombres. Y
también fue capaz de ponerse delante de una cámara para rodar una escena de la
película “El momento pui bello” con Marcelo Mastroiani. El error cometido con
ella al relevarla en la corresponsalía por quien fue director general de TVE durante
la etapa socialista, José María Calviño, sirvió para que Paloma diese un nuevo
ejemplo de su saber estar. Autora de libros sobre temas religiosos o sobre
cocina, algo que supo igualmente cuidar ya que en su hogar que formo con su
marido italiano no faltaban platos de cuchara con sello español. Y fue capaz de
desvelar la enfermedad de Benedicto XVI en un texto que hizo reaccionar al
Vaticano: "La última vez que le
vi, durante el encuentro con el Papa Francisco en Castelgandolfo, los
periodistas que fuimos a cubrirlo advertimos que estaba muy consumido, muy
delgado y con la tez pálida. Dormía mal, le habían cambiado la pila del
marcapasos. Creo que será difícil que le volvamos a ver. Estoy segura de que la
decisión de renuncia del Papa Emérito ha sido un cáliz muy amargo y con él ha
demostrado una humildad grandísima. Esas son y no otras las razones que le llevaron
a renunciar a su cargo". La incansable corresponsal viajera ha iniciado el
más largo, allí Juan Pablo II ha salido a recibirla
Ángel Gil