domingo, 26 de marzo de 2017

Juan Pablo II recibio a Paloma en el Cielo


Hablar de Vaticano es hacerlo de la española Paloma Gómez Borrero. Nadie como ella supo abrir las puertas de la Basílica de San Pedro y algo mas a creyentes e incrédulos con su cara amable, su gran humanidad, sus firmes convicciones religiosas y su sólida formación universitaria. Cuando apenas se confiaban a mujeres labor de corresponsales, Paloma se gano esa confianza dentro y fuera de la Santa Sede. Un lugar que como ella mismo calificó era el más fácil del mundo para trabajar. Sin duda lo que ella obviaba era que su buen hacer allanaba caminos y que solo un espacio del pequeño Estado papal, la Capilla Sixtina en los Conclaves para elegir Santo Padre, se resistía, por razones de protocolo, a su presencia. En los demás buceaba detrás de la información y supimos lo que era un Camarlengo o el poder inmenso de un secretario de Estado. Y ese quehacer diario nos lo trasmitía casi sin esfuerzo, tal vez porque no pensábamos que la vocación hacia lo demás. En periodismo hay algo que todos ansían y muy pocos logran, la fiabilidad en la información y ésta se lograba cada vez que su voz sonaba desde la Ciudad Eterna. Paloma es un ejemplo a estudiar en las facultades, como llego a ser la primera corresponsal mujer en TVE allá por los años 70 o como olía la noticia e incansablemente iba detrás de ella. Si Jesús Hermida fue con su mechón y sus crónicas con cabezadas por la pequeña pantalla el sonido en España de los Estados Unidos, Paloma seguirá siendo la voz que relacionaremos con las fumatas blancas, los ciento cuatro viajes papales de Juan Pablo II o las audiencias de los miércoles desde Roma. Pero tampoco pudieron resistirse a sus preguntas monstruos sagrados del cine como Ava Gardner, Roberto Rossellini, Vittorio de Sica o Sofia Loren. Se introdujo en los históricos estudios de CineCitta y al final logro aquellas exclusivas que la consolidaron como un referente en un mundo de hombres. Y también fue capaz de ponerse delante de una cámara para rodar una escena de la película “El momento pui bello” con Marcelo Mastroiani. El error cometido con ella al relevarla en la corresponsalía por quien fue director general de TVE durante la etapa socialista, José María Calviño, sirvió para que Paloma diese un nuevo ejemplo de su saber estar. Autora de libros sobre temas religiosos o sobre cocina, algo que supo igualmente cuidar ya que en su hogar que formo con su marido italiano no faltaban platos de cuchara con sello español. Y fue capaz de desvelar la enfermedad de Benedicto XVI en un texto que hizo reaccionar al Vaticano: "La última vez que le vi, durante el encuentro con el Papa Francisco en Castelgandolfo, los periodistas que fuimos a cubrirlo advertimos que estaba muy consumido, muy delgado y con la tez pálida. Dormía mal, le habían cambiado la pila del marcapasos. Creo que será difícil que le volvamos a ver. Estoy segura de que la decisión de renuncia del Papa Emérito ha sido un cáliz muy amargo y con él ha demostrado una humildad grandísima. Esas son y no otras las razones que le llevaron a renunciar a su cargo". La incansable corresponsal viajera ha iniciado el más largo, allí Juan Pablo II ha salido a recibirla
Ángel Gil

domingo, 19 de marzo de 2017

Cien dias, un Sitio


La fecha que hoy conmemoramos es el triunfo del esfuerzo secular que este pueblo ha ido desarrollando con ingenio más incluso que con medios. Todos y cada uno de los anónimos protagonistas del Sitio de los cien días hicieron que hoy sigamos aquí para contar como un puñado de seres humanos escondidos principalmente en la Cueva del Conventico fueron héroes sin saberlo. Allí al calor de las velas todo un pueblo rogaba el amparo de la Patrona para salir de tan enorme trance. La destreza del Mariscal Sherlock, el sacrificio de civiles y militares en la Vieja Melilla, las embarcaciones de transporte y guerra desde Cádiz, Málaga y Cartagena y el deseo institucional de un Rey, Carlos III, que apostó por el antemural de la Corona que era y sigue siendo Melilla hizo, en lo material, posible el levantamiento del Sitio un 19 de Marzo de 1.775. Aquella jornada el Sultán con su ejército se alejaba de esta tierra y estallaba la paz en lo que antes había sido solo desolación, daños y pérdidas humanas. Esa es la historia de este pueblo, tan honorable como los Sitios de Zaragoza o el 2 de Mayo en Madrid, que nada ni nadie tergiverse o disfrace como se ha venido haciendo en estos últimos años y precisamente por alguien que no siendo de aquí pero que fue acogido en estos trece kilómetros cuadrados sigue teniendo la osadía de reinventar páginas, apostando por derribar lo que la soberanía de un Estado y a la luz del Derecho Internacional está legítimamente instalado. Melilla fue durante siglos la hija de Marte, eso marcó su destino, pero también y de ahí principalmente creció la unión pueblo y ejército, sabedores los primeros que sin los segundos nada hubiera sido posible. La admiración al estamento castrense por su entrega y la correspondida a los civiles por su idéntico sacrificio han marcado el devenir y forma parte del ser melillense. Esto que no somos capaces de reivindicar nos hizo un día de Marzo alcanzar la autonomía tantas veces negada. En este 2.017  será el primer año que la Misa de acción de gracias no se celebra en el lugar tradicional por las obras de restauración de la Parroquia de la Purísima, las intenciones serán idénticas pero el entorno se echara en falta. Que sepamos difundir tantas efemérides como este viejo pueblo tiene para que aprendamos a admirar a los que antes de nosotros con su impronta, su entrega, definieron la Victoria de la Rusadir eterna y la Melilla de todos que sigue luchando por ser Patrimonio de la Humanidad
Ángel  Gil   

domingo, 12 de marzo de 2017

Muerte de un ciclista


En un editorial de un diario se hablaba de Indurain…Todos sus seguidores, todo su equipo, celebraban el triunfo. Él también lo celebraba sólo que, a la vez, transmitía la sensación de que algo en él, algo muy profundo y esencial, permanecía ajeno. No era el triunfador o jugador convencional. Quienes lo han seguido de cerca conocen su comportamiento, su inclinación a quitar importancia al mero resultado, su excepcional compañerismo con todos los miembros del equipo. Un espejo donde mirarse. El cinco de Marzo Melilla quedó sumida en el silencio. Se extendió como una bórea que en lugar de ascender por Trapana, pasar por la Iglesia del Pueblo y descender al Llano, se elevó por Cabrerizas y cubrió de niebla cada rincón de Rusadir. Era Domingo, muy de mañana con un cielo limpio de Poniente. En el asfalto, dos ruedas marcaban esfuerzo, un corazón acelerado y un trago de agua para aun llegar a los Pinos. Y el renglón torcido de un volante rompió en un segundo lo más preciado del ser humano y con él proyectos, ilusiones, desesperanzas, sonrisas. Carlos Huelin estaba y dejo de estar. Así somos pero aún no nos damos cuenta. Se aplazó eternamente ese tiempo con Miguel, su compi, su hermano, su confidente,  bajo la estrella que a ellos y a tantos siempre nos unió. Hoy, es recuerdo la primera palabra de amor o el llanto en noches en vela junto a una cuna. Ayer su pequeño Juan quería seguir viendo ese globo que soltó velas, que se eleva y que se va. Pero todo deja semillas y fruto, la amistad, familia, compromiso, ayuda, entrega, esfuerzo, de estos valores y tantos otros, a manos llenas esparció Carlos por su corta vida. Con eso se quedan los suyos y con esa mochila cargada a la espalda sube él por las altas cimas azules de la eternidad hasta llegar al encuentro con el Padre. Melilla volvió a ser humanitaria, tres mil personas acudimos a la lectura del Manifiesto en homenaje a Carlos Huelin en el que se ha pedido un endurecimiento de las leyes y que las administraciones doten a aquellos que practican el deporte en la vía pública o en el medio natural de unas infraestructuras y viales que garanticen su seguridad con los mismos derechos que tienen el resto de amantes de otros deportes de practicarlos en unas instalaciones seguras. Solo de esta manera, los ciclistas y triatletas melillenses volverán a sentirse seguros practicando deporte en la Ciudad. Carlos merece el recuerdo permanente por eso desde esta columna pido que a una prueba deportiva melillense se le ponga el nombre de “Memorial Carlos Huelin”, convirtiéndose en una importante del calendario nacional que sirva de promoción al deporte y de ejemplo de lo que nunca debió pasar. Desde allá arriba en este sábado de marzo con dos lunas como ruedas nos sigue mirando Carlos montado en una bici. Ángel Gil   

domingo, 5 de marzo de 2017

Tia Carmen


Andariega por mil rutas de la vida. Dejaba olivares y ese café de la abuela con fama en la comarca cuyo secreto nunca se ha desvelado. La puerta de la vieja casa del Poyo, aun chirriando, tuviste que cerrarla para siempre. Atrás quedaban páginas de una familia, de tu madre, María, emprendedora y de todos sus hijos o de aquellos nietos de corta edad que nos bañábamos en el patio los mediodías de Agosto después de correr entre arbolitos. Carmen, sola, mujer hecha a sí misma frente al sol de los ponientes o a las heladas mañanas en el escalón de un portal malagueño allá por donde Cádiz se hace carretera. La suerte y la tuya estaba echada. De noche me gustaba entrar en su cuarto, su cama era de esas altas, antiguas, allá rodeada de recuerdos, se pasaba horas leyendo y orando a la Virgen de Porticate o al Cristo de Limpias, “advocación melillense”, que hizo suya en sus frecuentes visitas a esta tierra. Mi tía Carmen ocupó el espacio que May me dejó en la Fe, con ellas rezaba pero sobre todo ponía en práctica el Evangelio cada día con los demás. Silenciosa en sus pasos, de presencia callada, es la vieja guardiana del archivo oral y fotográfico de toda una familia. A ella siempre acudimos por una palabra o por un consejo de los de antes, de aquellos que se amasaban al olor de la leña en los fríos inviernos de la sierra de las nieves. Un lugar al que añora y siente como propio, allá por el Calvario o postrándose frente a la Cruz del Pobre. Un espacio, en medio del campo que para mí, en mis primeros años de vida, era tan mágico como aquel Jesús del madero de Marcelino pan y vino. Tu barriada y tu vida, siempre la llenaste de Paz, de entrega a otros, propios y extraños. Tu mano derecha hacia lo que la izquierda no sabía, eso queda para ti y para cada uno de los que agradecidos pasamos a tu lado. Pero la existencia te hizo dura, firme en convicciones y fiel a creencias y personas. Estabas feliz cuando conociste a mi mujer, Carmen, a la que adoptaste como sobrina propia. Por eso, aun en la cama de hospital donde te he dejado, seguías siendo la misma aunque la memoria o el oído ya fallen. Hemos tenido momentos, en estos días, de recordar a mama o de hablar con amigas como Alicia o Tere, que no te han dejado en esta hora que pasas, o familiares como Dolorcita. A ellas gracias por seguir estando ahí. Tía Carmen, tus gafas siempre oscuras y tu bastón, ya en el atardecer de tu vida, han sido tu seña aguardando, y que sea tarde, el examen del amor
Ángel Gil