Antena 3 ha empezado a emitir la serie, La Reina del Sur, basada en la novela del mismo nombre de Arturo Pérez Reverte. Los melillenses teníamos curiosidad por ver a nuestra tierra en una ficción, pero las expectativas, a tenor de una bien realizada e impactante publicidad televisiva, han resultado ser, más bien, el efecto soufflé a medida que las imágenes pasaban, dejándonos un amargo sabor debido a la decepción y el enfado. Y lo han conseguido, porque con todas las peculiaridades que esta Ciudad tiene, su situación geográfica y la frontera existente, dista mucho de hablar de ella, únicamente en términos tan sórdidos como el club de alterne Yamila o que el narcotráfico con clanes gallegos, al estilo de los charlines, es actividad habitual que ni sorprende ni inquieta. En fin, Melilla un paraíso para actividades de explotación humana, corrupción, espacio para menospreciar a la mujer y escondite de delincuentes. La serie no puede ser peor, lenta, reiterativa, donde todo termina en el Yamila, como si fuera el Café de Rick de la película Casablanca, sin piano, pero eso sí con ráfagas musicales que nada tienen que ver con nosotros, y las peleas de las del oficio más viejo del mundo para romper el aburrimiento de este culebrón. Las localizaciones en Melilla son muy escasas, una auténtica pena que al equipo de rodaje, no les atrajera los cinematográficos rincones que ofrece esta Ciudad Autónoma. Sin duda que si viviera Juan Guerrero Zamora, hubiese bordado una obra hecha aquí, como lo hizo, sin tantos medios, pero de forma muy profesional con aquel, Un mito llamado… Numancia, por las calles de El Pueblo. En las secuencias de la Reina del Sur aparecen errores de bulto, como la Comandancia de la Guardia Civil con un cartel en el que se puede leer que dependen de la Ciudad Autónoma, y el escudo del Cuerpo Nacional de Policía colgado de las paredes. Los actores merecen capítulo aparte, una prostituta que fuerza su acento andaluz y que a pesar de su origen, es Fátima en lugar de Fatima, y los guardias civiles que parecen de república bananera, con unas boinas bien caladas, como si fueran de Villanueva de Arriba. Pero lo que si merece nota son las lanchas rápidas, con unos paisajes del cantábrico y que son capaces de cruzar los mares con la rapidez del rayo. Melilla no sale precisamente bien parada en esta serie, con lo bien que damos en la gran pantalla, recordemos los video clics de dos triunfitos, especialmente la escena rodada en el platillo de las Torres Quinto Centenario. Ahora tendremos que explicar a todos aquellos que nos pregunten en la Península, por el escondite de Teresa Mendoza en Melilla, que todo esto es producto de una ficción y que nada tiene que ver con la realidad de los que aquí vivimos. Pérez Reverte, es el modelo de reportero de guerra, y su trabajo en ese campo es admirable, pero lo que aparece en La Reina del Sur, es sorprendente más si cabe cuando él estuvo de enviado especial aquí. Gracias a esta nueva ficción a la imagen de Melilla le han hecho un flaco favor. El borrón lo hacen incluso los grandes. Ángel Gil