Se persigue,
se anhela, todos quieren serlo pero pocos pueden parecerlo. Es una rectitud en
el ánimo, una forma de integridad que procede en todo lo que se actúa con el
respeto de las normas correctas y adecuadas de toda sociedad que nacen del
Derecho Natural. La honradez es una cualidad que conlleva sinceridad por tanto
no se oculta, en ella no cabe la falsedad y si, en cambio, lo justo tanto en la
manera de obrar y de pensar. Es actuar en armonía el cuerpo, la mente y los actos.
Salvador de Madariaga decía que la honradez nombra la buena conducta de cintura
para arriba y Shakespeare afirmaba que ser honrado, tal y como anda el mundo,
equivale a ser escogido entre diez mil. Debemos entonces decir que se vende
cara y que quien la posee goza de felicidad en si mismo. ¿Como lo inmaterial
nos puede hacer felices? , la respuesta la encontramos en los valores que nunca
nos deben faltar. Alguien tambien exhortó a ser modestos en la juventud para
ser honrados en la vejez, sin duda porque la gran mayoria de las virtudes
humanas se encuentran en nuestra propia naturaleza que debe ser formada y
educada en casa y tener sin duda un modelo donde mirarnos. Entonces podremos
fomentar la ética personal, laboral y académica en todo aquello donde actuemos.
La honradez es conservar lo nuestro y custodiar lo ajeno, pudiendo reintegrarlo
sin menoscabo de su forma, cantidad y calidad, es además esforzarse por
conseguir con el trabajo los bienes que se necesitan para vivir. A la honradez
se la llama lealtad y no a decir lo que el otro quiere escuchar a sabiendas de
su falta de veracidad pero con la sola intención de aumentar el ego de aquel a
quien hablamos o de vendernos a cualquier precio. Todo acto de honradez genera
tranquilidad interior, confianza y seguridad en si mismo, autoridad y plena
disponibilidad para aquellos logros que nos hemos propuesto y por los que
luchamos día a día. Para Francisco de Quevedo, aquel hombre que pierde la honra
por el negocio, pierde el negocio y la honra. No estamos ante algo de otro
tiempo que pueda ser tachado de haber caido en desuso, al contrario es una
buena tarjeta de presentación en sociedad que se aleja de la picaresca de la
que tanto se ha escrito en nuestro Siglo de Oro. La honradez, según la Real
Academia Española de la Lengua, hace referencia a aquel que es decente,
decoroso, recatado, pudoroso, razonable, justo, probo, recto u honrado. No
piense querido lector o lectora que hemos escogido un diccionario no
actualizado o que es casi imposible encontrar a alguien que cumpla los
requisitos que nos dice la RAE. En la antitesis de la honradez encontramos la
avaricia y ya saben que forman parte de uno de los siete pecados capitales, es
basar nuestra existencia en acaparar bienes vengan de donde vengan. El poseer principios
constituye otra forma de honradez y una auténtica filosofía de vida, pero estos
deben ser defendidos con el respeto a los demás y sin menospreciar a nadie. En
el lado opuesto encontramos el oportunismo, el dejarse llevar por los tiempos
sin criterios ni moral. George Washington decía...“Espero tener siempre
suficiente firmeza y virtud para conservar lo que considero que es el mas
envidiable de todos los títulos: el carácter de hombre honrado”
Ángel Gil