domingo, 19 de octubre de 2014

Estabas desde siempre

Fuiste ese mar que llenó la meseta en una tarde de Julio. Que hizo oler a sal la Gran Vía cuando aún el sol no acababa de caer por Siete Picos, mientras las luces de neón comenzaban a brillar y las tiendas se llenaban. Aguardaba en la marquesina frente a la Casa del Libro y no llegaba el 1 desde Princesa, pero eso ya daba igual, mejor así no volvía a casa tan temprano y aún podía respirar ese aire de Ciudad, ver como se ponen en verde los semáforos e imaginarte cruzando Cibeles. En este instante me venían las canciones que desde la pecera pinchaba Patricia, a Luis Miguel por debajo de la mesa o a David de Maria, precisamente ahora. Te necesitaba para que juntos nos fuésemos a callejear por Santa Ana y terminásemos en un garito de La Latina cuando la madrugada dice adiós. A la mañana siguiente supe que algo pasaba, no era muy normal que el primer pensamiento fueras tú, entonces miré ese cuadro de Morillas que tenía en mi dormitorio que representaba el espigón del Club y volvía a sentirte asomada al muelle o casi en la orilla de aquellos veranos de nuestras vidas. Mientras desayunaba veía las noticias y tocaba el móvil esperando una llamada o deseando hacerla, me hacia mil preguntas, era oportuna, demostraría impaciencia, o ella sentirá lo mismo. Como si de una película se tratase volví a los polvos de tiza, a ver físicamente tu uniforme, o a aquellos momentos  en clase cuando te echaba una mano al sacarte a la pizarra mientras me escondía detrás de Carlos. También aquel instante único de noches en la terraza esperando que la luz de tu cuarto se encendiese y abrieses tu balcón y en la lejanía mirarte. Ana y Susana fueron, en los años de Facultad, a quienes les hablaba de ti e incluso sin conocerte parecían intuirte, por eso cuando te vieron no fuiste esa extraña a la que presentas en una cena y no volverás a ver jamas. Insistentemente pedía que corriese el tiempo que llegase el momento para hablar sin horas. Cuando eso ocurrió las gaviotas se posaron en el mar y la tarde parecía eterna tanto que no deseábamos que aquello terminase. Habíamos guardado por miedo o timidez sentimientos pero solo bastaba con una mirada o esas manos entrelazadas para en silencio decir lo que las palabras callaban. El tiempo puso todo en su sitio nos daba la oportunidad que un falso orgullo nos hurto en aquella tarde de Agosto. Regresé a la que en años fue mi hogar, a correr escalera abajo para llegar a tiempo al trabajo desde un vagón de Metro colapsado en horas punta, a hacer la compra en la galería, a la tienda de la cafetería para comprar la prensa, al Retiro de la Feria del Libro o al Apóstol en mañanas de Domingo y cuando me puse de nuevo ante un micrófono, Patricia comprendió, me comía las ondas, lo hacía todo con ese brillo que tu me devolviste. Recobró mas sentido aquella foto tuya con quienes me dieron su amor y me enseñaron a caminar por esta vida. Me subí a una silla para buscar en lo alto de mi biblioteca las cartas guardadas de años, estaban ordenadas por fechas y volví a leerlas aunque muchas de ellas las sabía de memoria, entonces me eche la culpa del tiempo perdido, del silencio injusto o de no querer ver lo que era evidente. Ahora se que estabas desde siempre. 
Ángel Gil

domingo, 12 de octubre de 2014

Desinformación por Ébola


España se ha convertido en un inmenso hospital donde minuto a minuto nos dan el parte médico de Teresa Romero mientras, como en el futbol, todos creen ser entrenadores y aquí, médicos. Estamos viviendo unos días de miedos, confusiones que desemboca en la especulación, sencillamente porque no se ofrece la información que una sociedad del Siglo XXI reclama y esto lleva a que se esten dando casos de psicosis colectiva. En Madrid sanitarios pidan la baja por ansiedad, se anulan consultas, el perro excalibur moviliza a personas en la calle, hay taxistas que rechazan a viajeros de raza negra, y el diputado de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, intenta sacar rédito de la enfermedad comparandolo con el Prestige o con la matanza del 11 de Marzo de 2.004. Hemos pasado de la alarma sanitaria a una crisis política donde todos andamos atados a radios, televisiones, periodicos y medios digitales, queriendo saber ante la lentitud en la toma de decisiones. No se puede seguir viviendo en una nación donde no se actua por el que diran, donde se sale a destiempo y sobre todo quien debe coger las riendas las deja a un segundo. En esta hora por la que estamos pasando deberiamos plantearnos si no es mas conveniente que la sanidad vuelva a ser competencia exclusiva del Estado. Que desde todas partes se solicite calma para evitar el rio revuelto en el que estamos inmersos no quita para que se actue con firmeza, con una única voz y se debata en el Congreso de los Diputados la situación y las medidas que conjuntamente deben aprobar los grupos parlamentarios. No debemos contemplar politicas de avestruz pero tampoco demagogias, los partidos deben estar a la altura de las circunstancias en unos momentos muy parecidos a los acaecidos cuando el SIDA irrumpió globalmente. Estamos viendo como algunos tratan de alimentar un falso debate sobre si debimos o no repatriar a los médicos misioneros, Miguel Pajares y Manuel Garcia Viejo, ya contagiados por Ébola. Aquí el Gobierno acertó porque no debiamos dejar tirados en sus últimos momentos a quienes fueron capaces de sacrificar sus vidas por su entrega a los demás. Al Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Rodriguez, no hay que echarle todas las culpas en sus declaraciones que han sido calificadas de desafortunadas por parte del presidente madrileño. Limpiar es sano en democracia pero el silencio mata e inventa lo que no existe. África lleva ya años lanzando un SOS al resto del mundo, por muchas razones y no solo sanitarias. A toda la comunidad internacional incumbe aplicar soluciones ante los dramas que sufre la población de este continente azotadao por hambrunas, por el poder despotico de sus gobernantes, por guerras tribales y el emergente terrorismo yihadista, así como por epidemias que causan miles de muertos. Si en occidente hay dinero para tantas cosas innecesarias que los gobiernos actuen ante la alerta africana. En España estamos ante un claro caso de error en la comunicación en situaciones de crisis, se han dejado pasar cinco días claves y vemos el resultado, una opinión pública que siente miedo ante el avance del Ébola. Solo los profesionales en comunicación hubieran sido capaces de gestionar la crisis por el contagio de Teresa Romero, a la que deseamos que su sistema inmunologico sea capaz de combatir el virus que se ha alojado en su cuerpo
Ángel Gil