Cuando hablamos de inmigración hay
palabras que, cada vez, mas se asocian con ella, drama, clandestina, mafias,
negocio, explotación, dinero. Las victimas no son conscientes de ello o mejor
aún pagan un alto precio a costa de su dignidad. Por el sueño que les venden no
vale todo y menos aún llegar usando la violencia frente a los servidores
públicos de un país que les acoge. Hay quienes pintan toda esta tragedia cuando
es profundamente sórdida y otros, sacan un rédito que censuran a los que los
traen. Si el hilo musical de Madrid son las sirenas de las ambulancias, el que
suena en Melilla, ya de noche o de día, es el helicóptero que sobrevuela estos
trece kilómetros cuadrados y muy en particular, el frente de mar. Melilla ni
puede ni debe soportar esta presión que nos ha tocado por nuestra ubicación
fronteriza, pero son los Estados y muy en particular, las organizaciones
internacionales las que deben poner freno a este éxodo, producto de luchas
tribales, de guerras intestinas, de gobiernos despóticos que desangran a sus
súbditos y que se aprovechan, en casos, de la ayuda que les llega. A esa buena
gente que cantaba Chambao hay que darles la caña y enseñarles a pescar. Es
cierto que el mundo está mal repartido, pero también lo está en este occidente
nuestro, que las ilusiones se quedan en muchos caminos u orillas. No hay que
alejarse de nuestras calles más próximas para percibir demasiados papeles
mojados, hambre y no solo de alimentos, violencias de género, terrorismo, desesperanzas,
paro, abusos, abandonos, y soledades. Por eso la labor callada, constante de
Cáritas, con sus comedores sociales aumentando su demanda o de Manos Unidas o
Bancos de Alimentos, solucionando el día a día, entre otras ONGS, debe
traducirse en un mayor apoyo económico además del social, que nos consta que
tienen. Hay que afrontar la situación con realismo, sin palabras huecas ni
mucho menos con el falso progresismo de salón. Los máximos responsables de la
situación que padecen millones de personas, que ahogan sus penas, en esa zona
del mundo que es el África subsahariana son los gobiernos que los masacran de
tantas maneras, entre otras no utilizando sus materias primas para beneficio de
la sociedad. Esa es la clave, luego hay otra parte, y esa si nos toca, que es
lo que el primer mundo derrocha, de los excedentes que siguen subsistiendo en
la Unión Europea. Hace años Amistades Peligrosas, lanzaba un grito de denuncia
con su canción Africanos en Madrid, aquellos de corazón en rodaje que a cambio
de un pasaje vendían su alma al diablo. Al ser de las tinieblas, se habrán
encomendado, todos estos que llegaron el 4 de Julio a la melillense Playa de
San Lorenzo, cuando amenazaban con tirar al mar a los bebes que iban en su
misma patera. Al pisar tierra española estos tipos corrían dejando atrás a
mujeres y niños, siendo una vez más la Guardia Civil la que ejercía, entre
otras, funciones humanitarias. ¿Dónde dejaron los ocupantes de la barca el
mismo corazón que cantaban Cristina del Valle y Alberto Comesaña?. Una historia
con mensaje para ponerle música
Ángel
Gil