Susurros, hipercor y TC
A la hora que escribo, España está
pendiente del partido frente a Francia. Al momento en que usted, amable lector
o lectora, mira esta columna, ya sabe que España ha derrotado a los galos. La
noche de San Juan nos purificó. En Barcelona hace veinticinco años unos asesinos
etarras mataron a veintiuna personas en el Centro comercial Hipercor. Esta
semana el Tribunal Constitucional ha legalizado el partido de ETA. Por seis
votos frente a cinco, Sortu ya puede presentarse a las elecciones. Gracias les
darán a Pascual Sala, Elisa Pérez Vera, Eugenio Gay, Pablo Pérez Tremps, Adela
Asúa y Luis Ignacio Ortega. El Fiscal general del Estado, Torres Dulce se ha
mostrado frustrado. Y es que sigue sin haber nada nuevo bajo el sol. De todos
modos, el Tribunal de Derechos Humanos nos recuerda que todo sistema
democrático tiene no solo el derecho sino, sobre todo el deber de defenderse de
quienes quieren destruirlo. Aquí mientras, el Tribunal Constitucional sigue sin
entenderse con el Supremo y ya aparecen voces, absolutamente autorizadas, como
la de Esperanza Aguirre o mi profesor de Derecho Penal, el ex fiscal Ignacio
Gordillo, que hablan de su desaparición para integrarse en el Supremo como una
nueva Sala. Otro, de nombre Pascual, merece la renovación, que ya es demasiado
tiempo. Cuando lleguen las elecciones al Parlamento vasco, y los resultados deparen
las consecuencias que nos tememos, surgirán voces arrepentidas, pero será ya
tarde. Somos adultos y hemos visto demasiado para ser tan inocentes. Los que no
lo son tanto son los de la Universidad del País Vasco que planean marcar a
todos aquellos que hablan vascuence y a los que no, nos pondrán un personal que
nos susurrara al oído. ¿Y qué será?, la música de la chica de Ipanema, que por
cierto cumple cincuenta años o las letras de Alejandro Sanz o Pasión Vega. No,
será para estigmatizar a los que solo hablen castellano, como si volviésemos
atrás con aquella estrella que los nazis colocaron a los judíos. Un recuerdo
para el diplomático español, Ángel Sanz Briz, que fue nuestro embajador en
Hungría durante la Segunda Guerra Mundial, y que salvo a más de cinco mil
hebreos del exterminio de Hitler. Volviendo al saber y la ciencia, eso es lo
que debe difundirse dentro de las aulas universitarias, también la innovación,
nada que ver con estos que prefieren no salir de la aldea y seguir mirándose el
ombligo. Los que sí tienen alturas de miras y talento son María San Gil y Jaime
Mayor Oreja que ya avisaron de todo lo que estaba por llegar. Y acertaron. No
me gusta lo que quieren imponer desde el norte en sus clases. Nos tendremos que
ir mejor a Montana a buscar a Robert Redford, aquel vaquero con mucha historia
detrás que tenía una facultad, casi innata, y que supo ser el hombre que susurraba
a los caballos
Ángel Gil