domingo, 17 de febrero de 2013

Hermana Eucaristia


Hoy, el Monte María Cristina está huérfano, no volverá a sentir por sus calles el paso firme de esa religiosa de María Inmaculada, que a pesar de su apariencia frágil, era incansable ante las necesidades de cientos de personas que llamaban a su puerta. Este sábado de mediados de Febrero, la Hermana Eucaristía, una de las Monjas del Monte, ha vuelto a las manos del Padre. Lo hizo precisamente el día en que el Evangelio nos trae la historia de un publicano al que Jesús, le dijo: sígueme, y él, dejándolo todo, se levanto y lo siguió. Esto puede resumir la vida de la Hermana Eucaristía. De esta manchega que llegó destinada a Melilla hace veintisiete años y comenzó a conocer el rostro del necesitado, del que pasa hambre o del niño que no tiene medicinas, de aquel que pedía algo de ropa con que cubrir su cuerpo o de las empleadas que buscaban un hogar donde trabajar y ganar un salario. Entre las cuatro paredes del Centro María Inmaculada se promociona a la mujer, erradicando el analfabetismo, se imparten cursos formativos, se cuida en su guardería de los más pequeños mientras las madres y padres trabajan, se atiende al comedor y existen otros programas de inserción social. Esta es la Iglesia, muchas veces desconocida o silenciada, la de personas anónimas que constituyen la primera ONG de la historia, una obra que de no existir debería inventarse. Hay congregaciones con las que te sientes vinculado. Esto me pasó desde pequeño con las religiosas de María Inmaculada. Mi madre me llevaba al Servicio Domestico, al que recuerdo como punto de encuentro para tantas emigrantes que, llegadas desde otros lugares de España, encontraron en Melilla un empleo. A medida que la sociedad evolucionaba, la Comunidad de religiosas sintió la situación que se vivía en el Monte y ante esa llamada, cerraron el Colegio de Miguel Zazo para establecerse en esa otra zona, llevadas siempre por ese Evangelio a pie de necesidad, sabedoras que la mies es mucha y los talentos no se dieron para ser guardados. Por mi mujer, tuve la suerte de conocer a la Hermana Eucaristía, a la cual siempre recordare por la sonrisa y la palabra adecuada mientras te escuchaba, luego apenas había momentos para saber de su salud, ya que toda la conversación se centraba en enseñarte lo que recibían, que rápidamente debe ser entregado a las familias que lo aguardan, que cada vez son más. Este ha sido su paso por la tierra, dar al ser humano, cualquiera que fuera su raza o condición, creencia o lugar de origen con una mano sin que la otra lo sepa. Ahora ellos también lloran su ausencia. La Hermana Eucaristía, dos días antes de ponerse enferma y mientras reflexionaba sobre la Palabra, seguía diciendo que aún le quedaba mucho que trabajar en este mundo. Santa Vicenta María se habrá sentido orgullosa de esta hija que nos ha dejado. Descansa bienaventurada Hermana Eucaristía. Este 16 de Febrero, que ha sido el atardecer de su vida, Dios la ha examinado del amor. Ángel Gil

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