El anuncio de la reducción de enlaces y de la eliminación de destinos
aéreos es la peor noticia que un melillense puede recibir. Aislados en un mundo
globalizado es un contrasentido y un profundo fracaso de los responsables
públicos. A los cuales habrá que pedirles las oportunas explicaciones políticas
por la clara dejación de funciones. De nada sirve acudir a Ferias del sector
para simplemente hacerse la foto y luego vender la llegada de cruceros, por
cierto con una mínima incidencia en las cajas del comercio local, cuando la
carretera aérea se minimiza. Melilla precisa un pacto por los transportes entre
todas las fuerzas representadas en la Asamblea y el Gobierno, para que aunque
se produzca un cambio de color en la Moncloa, eso no nos afecte. El desarrollo
que significativamente han tenido, en los últimos años, capitales como Segovia,
Toledo o Cuenca por el hecho de llegar el AVE allí debe servir de ejemplo de
cómo la lucha de todos (políticos, ciudadanos, y agentes sociales) consigue
converger los raíles con destino al progreso. Llama sorprendentemente la atención
tres desaparecidos en la escena, la CEME, sindicatos y la Cámara de Comercio,
Industria y Navegación de Melilla, impasibles, mudos, como si con ellos no le
fuera este problema aéreo y tantos otros. Los empresarios melillenses se
sienten huérfanos pero sobre todo solos ante quienes miran para otro lado y son
ellos con su esfuerzo y tesón los que cada día levantan el cierre de sus
negocios con el único objetivo de poder llegar a fin de mes. De fondo suena…
Escondidos, solos tú y yo, atrapados sin poder salir del interior, mientras
caemos en desazón. Nuestra Ciudad se pierde en esfuerzos innecesarios, o en
proyectos, muy costosos, pero de baja o nula utilidad para el conjunto de la
población. Una ciudadanía que al pisar suelo peninsular comprende las carencias
que aquí padecemos y que al volver retoma el ambiente de la ciudad que, como
Vetusta, duerme la siesta. Vender humo no es querer a esta tierra como tampoco
lo es actuar como trileros. De todos es conocido la publicidad firmada con Air
Nostrum y el coste que la misma ocasiona a las arcas públicas y después de
tanto llegamos a este recorte. Las tijeras ya saben que son afiladas y que
desunen, busquemos tender puentes pero sobre todo aparquemos lo innecesario,
corramos no por deporte, solo para llegar a tiempo. Laboremos por el interés
general y que aquellos que han desaparecido, vuelvan, hagan oír su voz pero no
en hoteles y de farándula o por Mayo sino en una mesa de negociación donde, sin
horas, aporten libremente soluciones al problema que nos incumbe. El turismo es
un gran invento cuando se gestiona. El atractivo de Melilla es indudable tanto
como los precios desorbitados que sufren los turistas por llegar hasta aquí y
también, en tantas ocasiones, los propios residentes. ¡Qué tronío que viva un
pueblo con poderío!. Aquí hay muchos Mr. Marshall
Ángel Gil
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