jueves, 16 de septiembre de 2010

Divorcio …espera

Aquella imagen del alegre divorciado, con guitarrón mexicano y puro-que malos tiempos para los que echan humo- parece que ya es mero recuerdo tanto o más que aquellos locales donde presenciábamos despedidas de casadas con strippers bailando y acumulando monedas en cualquier sitio menos en un monedero del que carecen. Ríanse del crack del 29, porque ahora sí, con los vientos que soplan que se llevan todo, la ruptura matrimonial puede esperar, tal vez a épocas de bonanzas cuando las vacas estén gordas, los bancos dadivosos y los hispanos empeñados hasta las cejas. Mientras aguantar y diálogo mucho diálogo, y de lectura las cartas de amor inéditas de Jorge Guillén, aquellas que dicen: “Cherie: Y lo maravilloso es que, aquí de mi mujer pasada tomo toda mi ansiedad hacia la que me va a llegar, muy nueva, no desconocida, sino mas que conocida, y segura”. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), por tercer año consecutivo se percibe una considerable caída en el número de rupturas matrimoniales. Las soluciones de cuartos separados, compartir un mismo techo pero tu tú vida y yo la mía, llenar las horas con entretenimientos o preservar una imagen de cara a la sociedad, no llena a ningún hombre o mujer. Son las falsas apariencias cuando el problema, por interno, no se resuelve y el mundo entero pasa soberanamente de aquello que ocurre cuando echamos más de dos vueltas a una puerta. En épocas de recesión se mira también en esto el maldito parné y cuando las cuentas no cuadran pues el divorcio puede esperar. El pensamiento es libre y más de uno o una se imagina si fuera divorciado/a cuantas cosas haría. Cambiar de look, ponerse ropa de quinceañeros, hacerse la estética, frecuentar la noche y regresar a la hora de los panaderos, y todo aquello que se quiso pero no pudo llevarse a cabo. Mientras estalla la guerra fría, en terreno de terceros o con la crisis de los misiles, pero con el colchón de la familia, a manera del Plan Marshall, y que nunca decaiga. Pero también saben que aquello que no se arregla se encona y aún desconocemos que es peor, más aún cuando hay hijos que deberán de soportar los roces de ambos o el disimulo que, en definitiva, es engañar a los menores. El darse un tiempo, de otros momentos, pasa ahora a esperar que nos podamos soltar varios puntos del cinturón de la crisis y entonces seré libre. Como si por muy mayores que seamos esto fuera tan fácil y no tuviéramos que tener responsabilidades. El divorcio express tuvo su momento, tan fuerte como el café negro pero tardó menos que aquellos trenes a su paso por la estación de Campanillas. De momento las custodias son abrumadoramente mayoritarias a favor de las madres, y las pensiones alimenticias, lo son casi en la misma proporción, pagaderas por el padre. Los divorcios, hoy por hoy, van en caída libre, después del premio de la montaña del año 2.006. En esta sociedad hay prioridades y la primera es el trabajo, está claro que sin ello es difícil salir adelante, pero no lo es todo, ya que el amor permanece mas allá de esas ocho horas mínimas que dedicamos a ganarnos el pan, y además no pasa nunca.

Ángel Gil

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