domingo, 7 de noviembre de 2010

Tenorio y Paco Gamez


Dice la tradición teatral que en la víspera del uno de Noviembre se representa el Tenorio de Zorrilla, y este año, Melilla, le ha hecho sitio, gracias a la adaptación soberbia de Antonio Cesar Morón para el Grupo de Teatro Arrabal. Sonaron las voces de los malditos, la hostería del Laurel estaba repleta, D. Juan y D. Luís volvieron a su duelo, el convento olía a incienso, Brígida con sus calzas verdes, D. Gonzalo a vueltas con su honor y la candidez de Doña Inés perdida por un Tenorio que no respeta cabañas, palacios ni conventos. Cuando el telón se deslizó en el Palacio de Exposiciones y Congresos de nuevo volvió a identificarse a Arrabal con éxito. Y no es para menos con ese cuadro de actores y actrices que desde Mayo han combatido calores, han robado tiempo al ocio o a la familia llevado el cansancio diario de su trabajo para dar vida a los personajes. Paco Gámez ha sido el artífice por su empeño en que volviese la inmortal obra de Zorrilla a esta Ciudad. Ha vivido casi exclusivamente para ello durante todos estos meses, tanto que casi ha dejado de habitar en El Pueblo para hacerlo en el Auditorium, que se ha convertido en la cocina de Arrabal hasta que nos han ofrecido su buen plato. En todo proyecto hace falta un equipo, que ilusionado, cumpla los objetivos, pero sin duda la dirección es imprescindible, mas, como en este caso, cuando se vincula hasta el extremo, lo vive y da ejemplo para que los demás hagan lo propio. Mil anécdotas podrán contar todos los que se subieron a escena, aquí también la imaginación cuenta para buscar lo que no hay y de manera artesanal hacer elementos efectista en las tablas. Los que tuvimos la suerte de disfrutar del espectáculo pudimos volver a recitar los más famosos versos del teatro español hacia aquel ángel de amor, o hacer causa con el Comendador ante el rapto de su hija, viéndole morir con los ojos abiertos, sentir el frio en el cementerio con el escultor y el regreso del protagonista, ver atónitos a los ángeles y a las ánimas, asistir, y no como convidados de piedra, a la cena, o donde, ese hombre impío, pide un punto de penitencia al Dios de la clemencia. Y antes de irnos del patio de butacas nos dio Paco Gámez la sorpresa de su despedida, precisamente con esta obra. Deja la dirección del Grupo Arrabal a otros que, ya estando, tomaran su testigo. Muy difícil decisión la que ha tenido que adoptar, quien siendo puro Teatro, dice adiós, pero tal vez, tanto o más, lo será para quien le sustituya. El listón cuando está tan alto no es ya que no pueda superarse es que las comparaciones saldrán siempre, pero tal vez Paco te conviertas en ese Rey padre o en ese consejero, imprescindible en cualquier empresa. Carmen, tu fiel compañera, agradecerá esa decisión, simplemente porque disfrutará más de su marido, y también porque el Teatro no se lo robará. Tu público nos quedamos con este buen sabor de boca, de un Tenorio hecho aquí, por un magnífico Grupo Arrabal. Felicidades a todos y gracias Paco. 

 Angel  Gil


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