domingo, 3 de julio de 2011

Justicia y prensa

Gabriela Bravo, vocal y portavoz del Consejo General del Poder Judicial, ha participado en nuestra Ciudad en las Jornadas Ruiz Vadillo que, un año más, han puesto a Melilla en el centro de la atención jurídica. En su ponencia Poder Judicial y Medios de Comunicación, quiso centrar esta relación en el derecho a la información, en la libertad de opinión y en una Justicia con garantías. Si analizáramos esa relación, tal cual fue expresada por ella, la calificaríamos como la ideal en un Estado democrático. Pero sin duda luego ni todo es tan perfecto ni lo ideal tiene que ver con la realidad. La Constitución en su artículo 20 nos habla del derecho a la expresión y difusión de pensamientos, ideas y opiniones, no pudiéndose restringirse por ninguna censura previa. Para la también fiscal, Gabriela Bravo, significa el derecho a informar y recibir la información adecuada. Pero ¿quién puede determinar en una sociedad, como la nuestra, que es lo adecuado en una información?. La libertad de expresión, tal vez quedaría, en un segundo plano, subsumida por lo correcto, lo que no provoca ampollas, para que todo siga sin sobresaltos. Así sin duda, el pueblo no puede crearse su propia opinión, si la sordina permite que no llegue con total nitidez la información. Más adelante la conferenciante planteó como la prensa suplanta el papel de los jueces, perturbando esto cualquier proceso judicial, llegando hasta el punto de mover a la sociedad a que se opongan a la decisión judicial. Para ella no se puede confundir informar con el interés de suplantar el papel de un juez, movidos por campañas orquestadas por intereses económicos o políticos, ya que la imagen que se crea es muy negativa para los ciudadanos y debilita a las instituciones. Es cierto que la televisión en los últimos tiempos, y muy en particular una cadena privada, practica los juicios paralelos sobre todo cuando sus protagonistas son populares de programas del corazón. Esto sin duda es reprochable, más cuando se hace para ganar audiencia con unos espectáculos faltos de toda ética y respeto, donde incluso se pueden infringir derechos fundamentales, como imagen, honor e integridad. El periodismo debe tener otras funciones, donde la libertad sea lo que predomine, donde no tenga cabida la prensa amarilla y simplemente que los lectores podamos encontrar en los quioscos, por radio, televisión o internet una información y opinión plural. De esta manera la sociedad creará su propio criterio. Las leyes mordazas que, de vez en cuando, sobrevuelan en aras a cierto autocontrol de los medios, es en su esencia lo contrario a un sistema de libertades. La opinión pública nace de ella y por eso cada vez hay más de sintonía entre lo que la sociedad quiere y la imagen que algunas instituciones ofrecen. Por eso las primeras palabras de Gabriela Bravo en su conferencia fueron que no se entiende un Estado de Derecho sin una prensa libre. Ángel Gil

No hay comentarios:

Publicar un comentario