domingo, 18 de septiembre de 2011

Salle de Oro


Han pasado cien años en el noble arte de enseñar. Un siglo de institución y de vida en común con la Ciudad que os acogió. Las generaciones melillenses no hubieran sido lo mismo, de no haberse establecido aquí los Hermanos de las Escuelas Cristianas. El oro que la Ciudad Autónoma os ha otorgado, como máxima condecoración, hace mucho que el pueblo empezó a dároslo, desde el respeto y la confianza, al convertiros en uno más de sus vecinos, al sentir orgullo de pertenecer a la familia lasaliana. Enhorabuena, Hermanos, profesores, personal, de cualquier época, vosotros sois los responsables que un 17 de Septiembre de 2.011, seáis medalla de oro de Melilla. No todos logran lo mismo, tal vez porque ser de la Salle no es cualquier cosa. Formarnos en los Hermanos, como hemos sido miles, los que estuvimos en vuestras aulas, imprime unos valores, que no pasan y que, en esta época, más que nunca, son necesarios para la sociedad. En su momento no les dimos importancia, pero cuando cada uno de nosotros se encuentra en circunstancias cotidianas, sin reparar, sale una palabra o un ejemplo que aprendimos en el Colegio. Puede esto sonar a nostalgia, y tal vez tiene buenas dosis de ello, pero en lo que todos coincidimos es que el Colegio es una parte de nuestra vida a la que no queremos renunciar. ¿Qué secreto tiene La Salle para durar tanto?, ¿Por qué si el Colegio nos convoca, acudimos?, la respuesta la debemos de encontrar cada uno de nosotros en su interior. Serán múltiples, tan distintas, pero todas tienen un sentido. Da igual ser azules o amarillos, hoy, después de tantos años, de tanta rivalidad deportiva, de algunas tardes de plaza de toros o del patio, a todos los equipos de un color o de otro, nos han dado la medalla de oro. Esta no hay que devolverla, porque se ha ganado en buena lid, con la colaboración de todos, el esfuerzo de tantos y las ilusiones que nunca se pierden. San Juan Bautista de la Salle también supo de todo esto, no le fue fácil lograr lo que alcanzó, es mas se encontró demasiadas puertas cerradas, y el abandono de la familia y de los primeros maestros. La fe le hizo salir adelante. La unión Melilla-Colegio, desde el primero de la Calle O´Donnell hasta el actual, tiene aún muchas páginas que escribir. Melilla no puede olvidar como en 1.921, los Hermanos convierten su colegio en hospital y como colaboran personalmente en la recogida de cadáveres en Monte Arruit. Otro claro ejemplo de caridad que esta Congregación ha venido practicando. El año que viene celebraremos los primeros cien años de vida de La Salle en nuestra Ciudad, será otro momento para el reencuentro, como lo ha sido ahora con la entrega de la medalla, a buen seguro unos en persona y todos de corazón sentimos la alegría de ser uno de los que tuvimos la suerte de educarnos allí, de lucir nuestra insignia y de seguir haciendo bueno ese lema: permaneced unidos. Ángel  Gil

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