domingo, 16 de octubre de 2011

Dignidad de personas


El Colegio de Abogados acaba de celebrar a su Patrona. Como cada Octubre por Santa Teresa, los letrados melillenses nos reunimos para recibir a los que se incorporan a la institución, en esta ocasión diecisiete, homenajear a aquellos que llevan veinticinco años de ejercicio y en este 2.011, para nombrar colegiado de honor, a título póstumo, a Manuel Requena Cabo. Ya en el siglo XVIII se definía al abogado como un hombre de bien, versado en la jurisprudencia y en el arte del bien hablar, que concurre a la administración de justicia, ya dirigiendo con sus consejos a los que les consultan ya defendiendo sus intereses en los tribunales. Ahí está la esencia de la profesión, trabajar para el ciudadano en lo que siendo justo para él es además legítimo. Por eso el decano, Blas Jesús Imbroda, en su discurso en el acto del Hospital del Rey, recalcó que tenemos que ser plenamente conscientes cuando alguien nos confía un caso y actuar desde la honestidad, respetando vuestro trabajo, a los clientes, jueces y fiscales, también a la parte contraria, exigiendo ser correspondidos para dignificar la profesión. Una reciente encuesta ha concedido un notable al trabajo de los letrados españoles, lo que significa seguir ganándonos caso a caso, ese lugar sin desfallecer ante la dificultad de un procedimiento, pero tampoco dormirnos por lo conseguido. Manuel Requena Cabo hablaba de la factoría al referirse a su bufete, y a su trabajo, como el de un operario jurídico. Así son las largas horas de despacho, desde la soledad ante una Ley, al estudio de la jurisprudencia, pasando por el confesionario con tu cliente. Como decía un tratado clásico, en el abogado la rectitud de la conciencia es mil veces más importante que el tesoro de los conocimientos. Lo primero es ser bueno, luego ser firme, después ser prudente, la ilustración viene en cuarto lugar, la pericia en el último. Por todo esto Blas Jesús Imbroda, subrayó que la dignidad de la persona esté amparada, también ante los que imparten justicia, desde un ejercicio profesional basado en principios y valores. Esta reivindicación, en la sociedad del siglo XXI en la que vivimos, es oportuna ya que  demasiadas veces nos olvidamos del ser humano para apostar por lo material. En el acto institucional del pasado viernes, pudimos escuchar una máxima de un jurista hispanoamericano que decía, la abogacía es una lucha de pasiones, olvida tu victoria como tu derrota. Defensa de aquellas personas que de manera particular acuden a un despacho, pero también la de aquellos, que carecen de recursos, y que según proclama la Constitución, todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de jueces y tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión. Una justicia gratuita que se ejerce los trescientos sesenta y cinco días al año las veinticuatro horas al día, en cuyo servicio de orientación se encuentra el incansable Lucas Calderón. El Colegio de Abogados de Melilla sigue creciendo, con una nueva sede, con su formación continua y con un capital humano de casi trescientos. Felicidades compañeros y gracias a Jessica, María, África y Josefina por facilitarnos nuestro trabajo
Ángel  Gil 

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