domingo, 25 de noviembre de 2012

Mi swofty


María se levanta este Domingo de Noviembre con una cocina por recoger, anoche hubo cena en casa con amigas del colegio que duro hasta la madrugada, dijeron de salir a tomar una copa pero prefirieron seguir con su charla, tal vez sin las miradas que dan al traste con la intimidad. A todas las une el haber superado esa barrera de los cincuenta años y las separa su distinto estado civil. Ana es una single convencida después de recorrer caminos que la llevaron a rechazar al amor de su vida, de vivir encuentros fugaces con su profesor de golf, echarse en brazos de un escocés a quien el alcohol le jugaba malas pasadas o de sincerarse y algo más con un psicoanalista. Profesionalmente no puede quejarse, trabaja entre Colón y Cibeles, de asistente a la Dirección. Laura viste de manera informal, es trabajadora social, y ha encontrado en los que más necesitan su porque vivir. Está separada y no tiene hijos, se planteaba un divorcio pero la entrada de las Tasas Judiciales hará que posponga su decisión. Su ex vive su vida y no se molestan mutuamente. Bárbara ha buscado el momento en sus obligaciones profesionales de abogada y como madre para éste esperado encuentro con aquellas amigas de la infancia. Hablan frecuentemente por teléfono y son usuarias de las redes sociales, sin embargo se siguen viendo. Su marido comparte trabajos domésticos y el cuidado de los adolescentes. María ha rehecho su vida, sin duda no le han tratado demasiado bien las circunstancias, atrás deja años de olvidos, incomprensiones. Su ex cónyuge usaba la violencia psíquica para humillarla y para destruirla como persona, ni sus hijos le frenaron para     utilizarlos contra esa madre. En su trabajo encontró una salida y en la fe ese apoyo para seguir caminando. Tras su divorcio ha vuelto a su cara esa sonrisa y con el que es ahora su marido ha logrado esa complicidad, ha vuelto a creer en el amor o incluso, y esto para ella es un mundo, pueden mantener conversaciones de los asuntos más variados, simplemente con normalidad. Ha preparado hasta el más mínimo detalle la mesa para compartirla con sus amigas, es una buena anfitriona. Ese toque de flores frescas o su predilección por las velas daban esa intimidad que luego la conversación ratificó. Hablaron de sus experiencias en los trabajos, de esas tardes con los payasos de la tele que trae el adiós de Miliki o de otro grande que acaba de irse, Tony Leblanc, por supuesto de los hombres, unas con mas experiencias que otras, y de esa moda que viene de los Estados Unidos, que habla de mujeres solteras mas allá de los cincuenta años, donde la genética, los tratamientos estéticos vanguardistas y su elegante forma de vestir, las convierte en las más deseadas, pero difíciles de conquistar. Son las swofty. Atrás ya quedaron aquellas pumas, auténticas depredadoras de chicos más jóvenes. Pero las diferencias con las protagonistas de esta columna son evidentes, son ricas y famosas, interpretan papeles como en aquella mítica película Una proposición indecente o se llaman Sharon Stone, Madonna o Susan Sarandon. El atractivo de estas españolas anónimas y su personalidad, se aprecian aunque no salgan en papel couche ni se proyecten en pantalla grande
Ángel Gil

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