Descansar,
tal vez sea el mejor regalo que en este 12 de Abril de 2.015 puedas recibir. El
cariño, afecto, lealtad, respeto y amistad ya lo tienes porque has sabido ganártelo.
Ayer en esa fiesta íntima observamos la felicidad de tu cara o la sorpresa del
reencuentro ante quienes cruzaron el mar para estar a tu lado y recordar esos
primeros años de tu casa familiar de la Calle Querol o tantas vivencias con tus
compañeras de ese Colegio de Málaga o esas escapadas a Sevilla. La imagen de
Conchita la asocio siempre con su bata, colgada al teléfono, de reuniones,
entre papeles, en una mesa de oficina en la que poco espacio queda para nada
sin ese tiempo necesario para pensar en ella. He llegado a la conclusión que
directamente no sabe hacerlo como tampoco sabe decir que no. Pero hay momentos
en que sin saberlo el tren de la vida se va ralentizando, las luces rojas se
encienden, es necesario un paréntesis para poder continuar, para disfrutar del
paisaje y de esos viajeros que suben, permanecen o se bajan y seguir por esas
vías que nos conducen a la siguiente estación. Siempre es mejor detenerse y
mirar, dedicar periodos para la reflexión, respirar aire puro, eso mejor que la
monotonía nos haga que un día de fiesta deje de serlo. Del valor de la
constancia tiene mucho Conchita lo voy viendo y me lo ha contado tu hermana
Carmen, pero ello no está en empezar sino en preservar, decía Leonardo. Aquel
que, como maestro de ceremonias, tanto aportó a las buenas maneras en la mesa,
un lugar donde se muestra cómoda para ser buena anfitriona, para convertir en
especial un almuerzo o cena y disfrutar metida en su cocina. Es el arte del
saber estar que nace del saber ser y que la hace eficaz también en su trabajo.
El cual debe esperar, ya habrá tiempo para levantarse casi al amanecer, ahora
toca pasear por el parque, desayunar sin horas, ir a la compra aunque no sea
sábado y no estar ni pendiente de los móviles ni del reloj. Tener espacio para
lo que antes ibas aparcando para el día siguiente o para el otro, sin llegar a
darte cuenta que no hacías huecos porque el río de la vida te llevaba. Ahora no
creo que te aburras, siempre tienes alguien con quien compartir un café o salir
a caminar, seguir mirando la inocencia de los pequeños enseñándoles tantas
cosas o la experiencia, desde el amor, de quien te dio la vida. Ayer en las
mesas de tu fiesta había fotos de instantes de toda una existencia para
compartirlos junto a Miguel e hijos, que tenían mensaje para saber saborearlos.
Gracias por estos años, tampoco tantos, en que hemos podido ir conociéndonos
mientras conversábamos y donde con una llamada o encuentro buscábamos
soluciones. Felicidades
Ángel Gil
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