domingo, 12 de abril de 2015

Conchita Martinez Lázaro

Descansar, tal vez sea el mejor regalo que en este 12 de Abril de 2.015 puedas recibir. El cariño, afecto, lealtad, respeto y amistad ya lo tienes porque has sabido ganártelo. Ayer en esa fiesta íntima observamos la felicidad de tu cara o la sorpresa del reencuentro ante quienes cruzaron el mar para estar a tu lado y recordar esos primeros años de tu casa familiar de la Calle Querol o tantas vivencias con tus compañeras de ese Colegio de Málaga o esas escapadas a Sevilla. La imagen de Conchita la asocio siempre con su bata, colgada al teléfono, de reuniones, entre papeles, en una mesa de oficina en la que poco espacio queda para nada sin ese tiempo necesario para pensar en ella. He llegado a la conclusión que directamente no sabe hacerlo como tampoco sabe decir que no. Pero hay momentos en que sin saberlo el tren de la vida se va ralentizando, las luces rojas se encienden, es necesario un paréntesis para poder continuar, para disfrutar del paisaje y de esos viajeros que suben, permanecen o se bajan y seguir por esas vías que nos conducen a la siguiente estación. Siempre es mejor detenerse y mirar, dedicar periodos para la reflexión, respirar aire puro, eso mejor que la monotonía nos haga que un día de fiesta deje de serlo. Del valor de la constancia tiene mucho Conchita lo voy viendo y me lo ha contado tu hermana Carmen, pero ello no está en empezar sino en preservar, decía Leonardo. Aquel que, como maestro de ceremonias, tanto aportó a las buenas maneras en la mesa, un lugar donde se muestra cómoda para ser buena anfitriona, para convertir en especial un almuerzo o cena y disfrutar metida en su cocina. Es el arte del saber estar que nace del saber ser y que la hace eficaz también en su trabajo. El cual debe esperar, ya habrá tiempo para levantarse casi al amanecer, ahora toca pasear por el parque, desayunar sin horas, ir a la compra aunque no sea sábado y no estar ni pendiente de los móviles ni del reloj. Tener espacio para lo que antes ibas aparcando para el día siguiente o para el otro, sin llegar a darte cuenta que no hacías huecos porque el río de la vida te llevaba. Ahora no creo que te aburras, siempre tienes alguien con quien compartir un café o salir a caminar, seguir mirando la inocencia de los pequeños enseñándoles tantas cosas o la experiencia, desde el amor, de quien te dio la vida. Ayer en las mesas de tu fiesta había fotos de instantes de toda una existencia para compartirlos junto a Miguel e hijos, que tenían mensaje para saber saborearlos. Gracias por estos años, tampoco tantos, en que hemos podido ir conociéndonos mientras conversábamos y donde con una llamada o encuentro buscábamos soluciones.  Felicidades
Ángel Gil

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