Adelantaste tu llegada a este
mundo con las ganas de quien iba a darnos tanto. Era Septiembre cuando aún el
Otoño no da la cara, acabábamos de estrenar coche y en la carretera de la
Alcazaba una llamada nos anunciaba que ya era tu hora. En el hospital la
primera imagen que guardo fue verte recién nacido. Luego la vida nos ha dado
tardes para disfrutar de ti en la maxicosis con ese sueño profundo a la hora de
la siesta o esa sonrisa al despertar que nunca olvidaré como tampoco cuando nos
tirábamos en el suelo para jugar incansablemente. Era toda una fiesta cuando
venías a casa también para quedarte, con tu disfraz de Dartagnan y su espada
incluida, noches en una cama al lado de la nuestra en la que te miraba o me
paraba para escuchar tu respiración mientras que te agarrabas a la gasita que
aún guardamos. Al día siguiente, siempre madrugador, hablábamos contigo
mientras desayunabas, tus dibujos en la tele ponían sonido de fondo a esos
fines de semana, coloreábamos ese cuento que en la víspera tú tía te leía o
inventaba una historia. También nos asomábamos a la terraza para comprobar que
el árbol de las chuches solo da sus frutos en Navidad cuando los Reyes Magos se
aproximan. Álvaro, tus tíos, en todo ese tiempo, te fuimos haciendo un amplio álbum
de instantáneas y de todas ellas siempre recordaré esa foto de tu mano sobre la
mía, sobraba sitio pero llenabas tanto, con ella debajo de la tuya quería darte
apoyo para caminar por este mundo ante las mil aventuras que puedes encontrarte
pero guiado para que ningún tropiezo pueda detenerte y también Álvaro significa
el relevo como en la famosa escultura del caballo de la Complutense. Junto a
Javier y Rocío tuvimos mañanas de playa donde te sumergías colgado a mi espalda
y querías llegar a la boya, que aún no la hemos alcanzado pero lo intentaremos
de nuevo este verano. Ayer en el día tan especial de tu Primera Comunión cuando
recibiste a Jesús, mientras te veía en el Altar de San Francisco Javier o
llevando las sagradas formas, me venían momentos compartidos de mañanas de
Reyes abriendo apresuradamente regalos que Sus Majestades te habían dejado en
casa, festivales de Navidad en el multiusos del Buen Consejo o como en cada
Nochebuena mantenemos la tradición de leer la Palabra y hacer presente a Jesús
en medio de nosotros mientras la vela que encendemos para guiarle hasta casa de
la abuela Coca la colocamos en la terraza donde tú mirabas a las estrellas
buscando al Niño Dios. Seguro que en tu vida tendrás varias maletas pero
aquella de color naranja, tu tono favorito, que un día te regalamos para que
fueras colocando tu ropa al irte de viaje, siempre será la primera, en ella van
momentos de tus primeros veranos en Torremolinos. Siempre la casa de tus tíos
Mari Carmen y Ángel, será también la tuya para lo que quieras para hacer una
tarea, almorzar juntos o volver a dormir
en la cama que tienes reservada. Álvaro Pérez de Ureta Martínez, ahora
seguro que no lo entenderás, pero significas en mi vida lo que siempre ansiaba
y perdí. Que la Virgen María te siga mirando siempre como ayer orábamos al
cantar
Ángel Gil
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