Cuando se agotan
las Torrijas y se llenan casas y escaparates de Monas. Cambio de hora, de vida
y algo más. Día de encuentro, de brazos al cielo y oraciones que salen de unos
labios pero que nacen de un corazón lleno de vivencias. Las de Manuel y
Fernando. Ambos de la Soledad, Hermano Mayor e integrante de la Junta Joven. Para
el pregonero la misericordia nos conduce a la paz después de darla a los que
nos ofenden en un tiempo de conversión. Fernando, mientras Melilla se oscurece
desde el Callejón del Paso de la Soledad, se ve reflejado en la mirada de dolor
de María y en la de tantos perseguidos por llevar la cruz o en aquellos que
hemos perdido a uno de los nuestros. Y suenan los aldabonazos del desván de la
memoria como decía Manuel para comprobar cómo el Espíritu Santo abrió las
puertas de su alma y actuó en el. Para Fernando, fue su madre quien sembró el
amor por la del Cielo. Y desde allí nos piden que estrenemos esa renovada
espiritualidad, como insistía desde el ambón, Manuel. La Soledad se mece a
hombros de portadores y parece mirar en su callejón a las camareras, a aquellas
que saben reflejar dolor, sufrimiento y pena, según un Fernando emocionado y
agradecido a ellas. Tanto como Manuel que en su ventana escucha los sonidos del
día del amor fraterno que suena a paz y que es víspera de lo que él califica de
día de quitar puñales y poner claveles donde el luto espanta a la palabra y la
memoria reconforta al recuerdo. Con nervios, es como lo califica Fernando,
porque a él se le puede olvidar como sucedió pero no como lo sintió. Manuel reivindica
recuperar las noches en las que se dicen sin hablar nada o cuando evoca
aquellas tardes en la que la veían sin cruzar miradas. Para los que sufren o
padecen dificultad, y siempre pisado por la Madre, Fernando da el verde
esperanza del romero. A ésta a quienes los más jóvenes, según Manuel, le dicen
todo sin decir su nombre, María, porque la llaman Soledad. Fernando le pide…mira
a quienes te acompañan para ver en su rostro dolor, sufrimiento y llanto, esos
que te hacen comprender que no estás sola. Miguel en el desagravio de la
Avenida, pidió a la Madre que él nunca olvida, perdón por los errores. “¿Cómo
hacer ver que tu soledad no será duradera?¿Cómo hacer ver que se muere para no
morir?. No tendría sentido el mensaje de tu Hijo si se quedara en la nada,
puesto que el suyo fue un mensaje de vida y de luz”. En palabras de Manuel
desde el atril que toma por Torre del Vigía. ¡Enhorabuena!. Fernando, te voy a
pedir algo, nunca olvides el camino que tu madre, Carmen, te marca con su vida
y ejemplo, que nace en Soledad pero que siempre es de Victoria
Ángel Gil
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