Las Vistillas. Madrid por la Paloma y esa parte de Ketama, ahí en esas
tablas que le sobran para venir venenoso cuando seduce la noche y levanta la
voz. Te recuerdo castizo por Agosto y te sentí anoche a los pies de esa Puerta que
mira a poniente. Que paren el mundo, dijiste pregonero, que tú te bajas, a
pesar del abuso y del desvarío, la media verdad y el amor, la palabra dada y el
apuro, los amaneceres de Búhos, aun callejeando a punto de subir al 4. Alguien
dirá que estamos lokos pero solo queremos vivir la vida, buscando los sueños,
que pueden perderse en el tiempo. Carmona has sido capaz de abrir esa puerta de
atrás para ponerle ritmo caliente, buscando un te quiero de mentira con locura
y deseo. Jugando, siempre haciéndolo hasta el límite que te lleva a la condena.
Tal vez de Pasión, así con la mayúscula escrita por dos, que la hace única cada
vez que, como regalo del Cielo, la buscas dentro, y encuentras esa huella a
fuego de tiza, perenne como la memoria gigante y el corazón no tan pequeño. Tú
te ves tan agusto pero nosotros, también. Pensaste un día en un camino libre,
con banderas, para correrlo deprisa que corta es la vida y apagado se queda el
amor. Da la mano, ponla en otra, cruza los puentes y sin respiro las
consecuencias salen y lo aprendido queda, para… dibujar un paisaje y ser capaz
de compartirlo a dos conociendo guerras o heridas, pero das tregua mientras se
cosen alas y a toda prisa, quererla a morir. Como el pájaro, sientes, anidas y
él es sombra que siempre acompaña. Pero en el desierto de caricias, la llamaste
mala por dejar a su antojo, por la burla de un cariño por hacer un juego
rompiendo un silencio. Entonces Antonio describes lo amargo del recuerdo para
devolver lo que antes se negaba con una mirada perdida o el silencio que
desprecia más que una palabra. Y ahí a tu lado la Ensenada, líneas de azul y
sin domar. Es el reino de sonido a mar. Pero ¡dime de donde vengo! y por qué
atravesé kilómetros de arena para al final parar en esa barra de un bar donde
siempre esperaré. Nunca miraré hacia atrás, me aguarda el camino y no quiero
ser estatua de sal. Se que volverás en una escalera o en ese pub, donde suena,
ayer, como aquella tarde de un adiós de Septiembre. Y vuelvo siempre a empezar,
murmuraron, hablaron, callaron, fueron todos como el pez que muere por su boca,
pero aunque hicieron lo posible para poner distancias jamás hice mi corazón de
hielo. Gasta tus poesías y háblale de tu amor. Déjate llevar por el aire de una
mirada en otra, por lo que fuiste capaz de dar. Antonio Carmona, seguro que
volveremos a vernos
Ángel Gil
Precioso artículo dedicando a un grande, y viniendo de tu pluma, aún es más bonito. Enhorabuena Ángel Gil. Saludos,Lely
ResponderEliminarPrecioso artículo dedicando a un grande, y viniendo de tu pluma, aún es más bonito. Enhorabuena Ángel Gil. Saludos,Lely
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