lunes, 22 de mayo de 2017

Un año, Castañeda y la Victoria


Cuando recorres un camino, que siempre viene de vuelta, eternamente es Septiembre. Tu amanecer de hoy, María, sabe a aquella tarde que va de caída, se nota en tu rostro y en el de tantos que a tu lado esperan y que en palabras de Castañeda es mudo testigo de un escenario protagonista de nuestra historia. “Es la entraña espiritual de la Ciudad, donde en más de cinco siglos, ha sido camposanto, hospital, cuartel, atalaya, fortaleza, refugio, dormitorio y refectorio”. “Aquel donde el abnegado y sufrido melillense ha dejado con cada gota de cera, cada lágrima y cada oración un legado de espiritualidad de un pueblo santo y sabio”. Carlos Castañeda ha vuelto a reaparecer para hablar de la Patrona en una conferencia que organizada por la Congregación de Nuestra Señora de la Victoria conmemoraba los ochenta años de la formación de su primera Junta de Gobierno. Vimos al Castañeda que se niega a callar la maternidad de María, para ser “protectora, Reina, Patrona y Alcaldesa de este soberano Pueblo”. Ya en su “efímero empleo de narrador”, como el mismo se presentó, habló de la infinita devoción a la Virgen de la Victoria, de la constitución canónica de la Congregación, del ofrecimiento y entrega del bastón de mando, de cómo la Iglesia de la Purísima es el corazón espiritual de Melilla, de la hermosa leyenda de la llegada de la imagen de la Virgen a estas costas, su patronazgo y coronación canónica, de las ermitas, capillas y lugares primitivos de culto (desde la Iglesia de San Miguel a la Capilla de la Enramada pasando siempre por la del Señor Santiago para llegar a las de la Alafía o aquella desconocida dedicada a Santa Bárnola). Castañeda mirando un lienzo de la Patrona le dijo “no tengas recelo, estas en buena tierra, porque Melilla, ya lo sabes, desde siempre, abre sus brazos al forastero y también al inmigrante, porque es una ciudad que acoge, respeta y acepta vivencias de otras culturas, haciéndolas suyas y asimilándolas para sí. Por eso, Madre, regálanos la dulzura de tu mirada y la sonrisa amable de tu rostro a la Ciudad del ánfora repleta de ungüento y miel, la comprimida pero diversa, donde la tolerancia y la fraternidad siguen siendo su seña de identidad, regalando a la humanidad toda, ejemplo de respeto y convivencia”. Realizó un recorrido por quienes son un referente histórico como Juan Antonio de Estrada, Rafael Fernández de Castro o Enrique Moya. Reivindicó que “las imágenes de la Iglesia del Pueblo son distintas a las demás, ya que la Virgen de la Victoria tiene adherido en su cara y en sus manos, el moho de las Cuevas del Conventico, el relente de los amaneceres entre murallas, llevas prendidos amores y esperanzas, gratitudes y lealtades de un pueblo que te ama”. En este Domingo se cumple un año del traslado temporal de la Patrona a la Iglesia del Sagrado Corazón. ¡Aún Madre seguimos esperando tu vuelta a casa!. Ángel  Gil            

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