El 27 de Octubre de 2.017 pasará a la historia como
la tarde más triste de España junto al 11 M y los otros atentados de ETA.
Nuestro país sintió vergüenza y rabia al ver, de nuevo, como se consumaba lo
que los sediciosos se propusieron (dos referendums y la proclamación unilateral
de independencia). Mientras España se cubrió de soledad. Ante un golpe de
Estado, el silencio institucional se prolongó horas, mientras las calles de
Barcelona se llenaban de personas y las banderas nacionales eran arriadas de
ayuntamientos de esa comunidad autónoma. Era viernes pero la fiscalía actuará
el lunes. ¡Ya todo es tarde, demasiado tarde!. Los golpistas están libres,
tanto que uno de ellos, Puigdemont, se paseaba ayer sábado por las calles de
Gerona. El 24 de Febrero de 1.981, el teniente coronel Tejero se entregó junto
a los guardias civiles a su cargo que asaltaron el Congreso. Tan golpistas como
los del parlamento de Cataluña. Los militares acabaron en prisión ¿y estos?. En
España hay una legalidad pero en una parte de ella, hay otra, ilegal, y
enfrentada a la primera pero que sigue. La ansiada aplicación del artículo 155
de la Constitución debería servir para el restablecimiento íntegro de la Carta
Magna pero no por la mera convocatoria electoral. Deseamos que no sea otro
error las elecciones autonómicas catalanas dentro ya de cincuenta y tres días,
con estos campando por libre y sin que dé tiempo a que quienes han atentado
contra las leyes y la convivencia puedan ser inhabilitados y por consiguiente
pueden volver a ser candidatos. ¿Podemos llegar a pensar que se ejercerá con
libertad el voto sobre todo en los núcleos rurales?. ¿Qué será de los cuerpos y
fuerzas de la seguridad del Estado en esa parte de España?. ¿Seguirán
recibiendo los guardias civiles y policías nacionales los ataques y las
presiones que en el cumplimiento de su deber
vienen soportando?. ¿A quienes obedecerán los mozos de escuadra?. Demasiadas
dudas. Estos días observábamos por las noticias la salida de empresas de
Cataluña, no todo es el dinero. Hay una enfermedad colectiva que hay que sanar,
una crisis que no se soluciona con el dialogo envenenado que nos puede llevar a
una reforma constitucional que agrave más la situación. Lo dije en otra columna
y ahora me ratifico. Los golpistas deben hablar ante un Juez con su oportuna
asistencia letrada y la negociación con ellos, a través de Fiscalía, se llama
conformidad. No nos engañemos. Los españoles ayer en Madrid y hoy en Barcelona
vuelven a ondear la bandera de todos. Nos sentimos protegidos y unidos por uno
de los símbolos de esta vieja y noble nación. Al poco rato de presenciar por
televisión el espectáculo de la proclamación de la república catalana hablaba
con una amiga de Madrid que vivió largos años en Barcelona y llorando me
transmitía su tristeza por todo lo que estaba pasando y lo que es más grave me
relataba como percibía el alejamiento de sus amigos catalanes cada vez que
viajaban a Madrid. Algo ha pasado y tendremos que buscar el por qué. Con la Ley
y solo con ella, sumemos. Ángel Gil
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