La Ciudad Eterna ha sido sin duda, en
estos días, la capital del mundo. Millones de ojos y oídos estábamos
pendientes, a través de prensa, radio, televisión e internet, del humo que
salía de una chimenea del Vaticano. Ha sido el Conclave de las redes sociales y
sin embargo, se ha mantenido el ceremonial para la elección de un Papa. A las
19,07 horas del miércoles 13 de Marzo, la fumata blanca anunciaba al sucesor de
Pedro. Nadie en ese momento, a excepción de los cardenales que permanecían bajo
llave en la Capilla Sixtina, conocían su nombre y procedencia. Las quinielas
seguían pero también se repetía un dicho que ha vuelto a hacerse realidad,
quien entra Papa sale Cardenal. La explosión de júbilo en la Plaza de San Pedro
iba subiendo mientras seguía saliendo, con fuerza, un humo cada vez más blanco.
Se esperaba con ganas, y bajo la lluvia, conocer al electo que ya había pasado
por la Sala de las Lágrimas, dando un sí incondicional. Los que estábamos a
bastantes kilómetros de distancia , escuchábamos la radio con añoranza de poder
ser de nuevo corresponsal. Las obligaciones nos hacían encender y apagar el
transistor, pero de pronto un whatsapp saltaba en mi móvil, ya se conocía el
nombre del Santo Padre, Francisco. Las dudas saltaban de nuevo, de donde seria,
la edad. Puse de nuevo la radio y oía su voz, entonces, y aquí es donde la
radio adquiere todo su poder, renacía la magia del medio. Es instintivo que a
la voz le pongamos cara, rasgos, que la califiquemos de fuerte o de joven,
incluso que se piense por cómo usa el idioma. Sentía curiosidad por llegar a
casa y verle en televisión. En los breves momentos que permaneció, Su Santidad,
en la logia de la Basílica Vaticana, nos estaban llegando mensajes, parecía tímido
y al instante rezo un Padrenuestro, habló, entonces transmitió sencillez,
cercanía, a pesar que como el mismo reconoció le fueran a buscar al fin del
mundo, demostrando sus dotes de comunicador que en las últimas horas se han
reforzado, cuando ha recibido en Audiencia a los seis mil periodistas
acreditados en el Conclave, pero sobre todo se los ha ganado con un lenguaje
claro y directo. Los digitales, primero y las portadas de los diarios, ya del
Jueves, se centraban en que es Jesuita y argentino. Su lengua materna es la
misma que la nuestra, solo que con ese acento porteño. Ya sabemos de su
humildad, al decirles a los cardenales que Dios les perdonara por haberle
elegido, al coger un microbús o al ir personalmente, ya siendo Papa, a pagar el
hotel donde se alojó en Roma los días previos a la elección, ahora nos llegan
imágenes de su país denunciando la explotación humana. Como buen Jesuita es
predicador y además, en su caso, siempre prefirió que le llamaran Padre Jorge. Es
bueno que se recuerde la doctrina de la Iglesia o la de algunos de sus
miembros, como ese otro Jesuita, el Padre Rubio, aquel Santo que se dedico a
los más desfavorecidos de Madrid
Ángel Gil
No hay comentarios:
Publicar un comentario