Semana laboral corta, la que estamos a
punto de comenzar. Es Santa, de vacaciones y de abierto precisamente por lo
mismo, de reencuentros, de oraciones, cirios, tronos y Oficios, un paréntesis
entre la rutina que nos sirve para romperla. La sentencia a un Justo por el
beso de la traición. Siete palabras caminando por la vía dolorosa o al pie de
una cruz. El buen ladrón que pide un recuerdo cuando llegues a tu Reino. Lo
viejo y lo nuevo, la muerte y la vida. Cada persona recordara estos días de una
manera, para unos vendrá con ese olor a bacalao que sale de la cocina, en
potaje o con tomate o en las mil formas que las recetas cuentan con permiso portugués,
para otros es la imagen de soledad que envuelve las calles de las grandes
capitales cuando hay días libres y entonces, llegas pronto a todos sitios
aparcando la palabra colas asociada a restaurantes o a otros lugares de ocio. Algunos
viajaran a distintos destinos o a la casa de segunda residencia en un éxodo
que, tal vez con la crisis, será menor que otros años. Palmas y ramas de
olivos, en este Domingo, para dar la bienvenida, colgándolos de balcones o
terrazas hasta el próximo año. Mañana de Pollinica y Esperanza, despertando por
Batería Jota, para bajar a ese encuentro popular del Parque Hernández, mientras
la música da paso al himno legionario. Un día donde dicen que quien no estrena
no tiene manos. En el sur también es tiempo de mantillas para recorrer los
Monumentos y salir en procesión. Tardes de monas mientras saboreamos un café o
un chocolate y conversamos. Estamos en una semana donde en las cocinas, se
hacen sencillas torrijas, despacio, con amor, como un rito para luego ser
compartidas, con su leche o su vino, con azúcar y canela a discreción. De
origen medieval y cuna monacal, para emplear el pan sobrante, a la que la
impronta enriquece. Usos y costumbres que van pasando las generaciones para
hacerla popular. Tiempo de esperas para ver salir a un Trono, de incertidumbre
mirando a un cielo, de lágrimas de emoción o de desilusión si al final no sale
la cofradía. Y allí dentro, horas y horas, en un año, de trabajo, esfuerzo, fe
y hermandad. Primavera de Marzo, con el viento del mes, de tardes más largas y
amaneceres tempranos. Los idus de Marzo ya han llegado, pero aún no han
acabado. En estos tres días venideros parece que todo se deja ya para Abril,
mientras se ralentiza el tiempo. Esta mañana volveré a verme de Tarsicio con
una palma en la mano, mientras iba en procesión con mis compañeros de La Salle.
Tiempo de torrijas, de luces, fuego, agua y oleos, de sacrificios y Pasión, de
lavatorios de pies y de unas manos de prefecto que no lograron ser limpiadas.
Recuerdos de caídas y de palabras de Verdad. Tiempo para vivir
Ángel Gil
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