Estamos viviendo demasiado deprisa y
algunos lo hacen al límite. Cataluña sigue desgraciadamente llamando la
atención y no precisamente como, antes era, por ser ejemplo de vanguardia, o de
productos textiles, aunque con la importante ayuda del Estado, del de ahora y
el anterior a 1.975, es decir desde siempre. Ahora buscan titulares convocando
el corro de la patata con motivo de su día autonómico para alcanzar la
“independencia”. Los chicos y chicas del mesiánico Mas, que son menos,
chillones y nada silenciosos no quieren caer en la cuenta que viven a costa de
Madrid. Sacan a pasear su victimismo pero el resto de españoles ya estamos
cansados. No hay una corriente anticatalana, sino un hartazgo del ridículo nacionalista
y recuerden solo un dato, el genial Dalí con su exposición en la Capital ha logrado
ser la más visitada de la historia de España. Por cierto este pintor llamado
Salvador, nació en Figueras, Gerona, Cataluña, pero se convirtió en un español
universal. El Gobierno debe aplicar la Constitución que para eso está. Y la
oposición, actuar con la lealtad que se le supone pero que no se ve, es decir
emprender una política de Estado y no de intereses, en el que solo les mueva el
bien general sobre particularismos. Hace pocos días leía una entrevista al
Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, acerca de su nuevo libro, “El héroe
discreto”. Decía, necesitamos héroes anónimos, esas gentes humildes, sensatas y
bienintencionadas, cuyo sacrificio hace posible que las cosas avancen. Y continuaba
el escritor peruano, el nacionalismo es la llamada de la tribu, que persiste.
Nada que añadir. El otro tema que ha llenado páginas en estos días o que ha
abierto informativos, es de nuevo la corrupción. Un basta ya es lo que se grita,
pero eso sí, aquí de nuevo llenas de manos blancas como ayer hicimos frente al
terrorismo. Los ciudadanos frente a la casta, exigiendo claridad, información, culpables y soluciones. No puede
ser lo que estamos viendo, no nos merecemos ponerle más agujeros a un cinturón
mientras el embudo es ancho por otra parte y el aire empieza a faltar. Lo que
necesita esta sociedad es una catarsis, para que la incredulidad sobre tantos
temas vaya desapareciendo. Para que las historias cotidianas, donde esas autenticas
ministras de economía, que son las amas de casas, se les reconozca su valor,
como auténtico colchón de tantas familias en paro o como son capaces de estirar
los euros para llegar a fin de mes o que sus hijos, llegado el caso, puedan
estudiar en la Península. De nuevo el pensamiento del intelectual, Vargas
Llosa, nos habla del otro cáncer que es la corrupción que propaga el cinismo,
una actitud despectiva frente a la legalidad que alimenta la idea de que todo
el mundo es corrupto. Nada que objetar. Mientras todo esto ocurre, leemos en
los digitales el asesinato, de nuevo, de dos mujeres, a manos de sus parejas,
una de ellas con orden de alejamiento. También la detención de un pederasta. En
todo esto aún hay mucho que cambiar legislativamente
Ángel Gil
Es curioso, con la soltura que escribimos de temas globales...pero de los temas locales, lo que nos cuesta...con la inmundicia que destila Melilla...
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