domingo, 12 de enero de 2014

Cañada borroka

Melilla sufrió en la tarde del viernes con los disturbios de la Cañada una de sus peores jornadas violentas. La preocupación de los ciudadanos era tan evidente que fueron, de nuevo, horas pendientes de las redes sociales en busca de una información que, sorprendentemente, solo llegaba por esa vía y por llamadas de móvil. En la calle había menos transeúntes y los mensajes que se enviaban por teléfono recomendaban retirarse a casa o no salir de ella. Las imágenes que iban llegando más parecían las luchas callejeras en el norte de España y hacía mucho tiempo que no se veían por aquí. Lo ocurrido en esa zona de Melilla ha colmado la gota de un vaso que se ha ido llenando, en las últimas semanas, con los robos de móviles y dinero por parte de pandillas con capuchas, así como por los alunizajes, seis robos en mes y medio, en diversos comercios principalmente en el sector de las farmacias. Melilla se siente insegura pese a los esfuerzos de los cuerpos y fuerzas de seguridad. Este es el sentimiento de unos ciudadanos que exigen más medios contra la delincuencia y una mayor presencia de policías en las calles, ya de manera estable. Mirar hacia otro lado, dedicar tiempo y dinero a cuestiones innecesarias, minimizar la realidad o ver la vida desde coches oficiales o con los comentarios de los aduladores es no querer saber que está pasando. Si Melilla se caracterizó por algo, era por su seguridad pero ni los tiempos son comparables ni la delincuencia actúa con los mismos medios. Otra zona en la que hay que intensificar la vigilancia policial es El Pueblo, como consecuencia de los menores que allí deambulan para observar el tráfico marítimo y como buscar la forma de colarse en los barcos hacia la Península. En los disturbios de la Cañada se trataba de grupos organizados que durante más de siete horas establecieron enfrentamientos con la policía a base del lanzamiento de piedras, cocteles molotov, a la que dispararon con arma de fuego, mientras sembraban las calles de barricadas y quemaban contenedores y vehículos. El resultado final ha sido: trece policías heridos. A ellos y al resto de compañeros esta sociedad les debe que el balance no haya sido superior pero sobre todo que, las consecuencias, para la población, hoy, lo tuviéramos que lamentar aún más. Para los cuerpos y fuerzas de seguridad todos los medios que se empleen son pocos para una mayor efectividad, protección, y su necesaria dignidad como trabajadores y personas. En esta hora no hay que interpretar causas para la violencia ejercida por estos desalmados que han roto el orden público, sino simplemente que para ellos deben tener sus consecuencias. Ahora llega el análisis de lo ocurrido que debe ser realista, muy lejos de utilizar políticas del avestruz, que no solo enquistan los temas sino que pasan factura. Una sociedad avanzada es sin duda aquella, en la que entre otras cosas, la seguridad existe, y que se traduce para los ciudadanos en la práctica de la libertad de movimientos y para el delincuente en la condena que sus actos llevan aparejados
Ángel Gil

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