Melilla sufrió en la tarde del viernes
con los disturbios de la Cañada una de sus peores jornadas violentas. La
preocupación de los ciudadanos era tan evidente que fueron, de nuevo, horas
pendientes de las redes sociales en busca de una información que,
sorprendentemente, solo llegaba por esa vía y por llamadas de móvil. En la
calle había menos transeúntes y los mensajes que se enviaban por teléfono
recomendaban retirarse a casa o no salir de ella. Las imágenes que iban
llegando más parecían las luchas callejeras en el norte de España y hacía mucho
tiempo que no se veían por aquí. Lo ocurrido en esa zona de Melilla ha colmado
la gota de un vaso que se ha ido llenando, en las últimas semanas, con los
robos de móviles y dinero por parte de pandillas con capuchas, así como por los
alunizajes, seis robos en mes y medio, en diversos comercios principalmente en
el sector de las farmacias. Melilla se siente insegura pese a los esfuerzos de
los cuerpos y fuerzas de seguridad. Este es el sentimiento de unos ciudadanos
que exigen más medios contra la delincuencia y una mayor presencia de policías
en las calles, ya de manera estable. Mirar hacia otro lado, dedicar tiempo y
dinero a cuestiones innecesarias, minimizar la realidad o ver la vida desde
coches oficiales o con los comentarios de los aduladores es no querer saber que
está pasando. Si Melilla se caracterizó por algo, era por su seguridad pero ni
los tiempos son comparables ni la delincuencia actúa con los mismos medios. Otra
zona en la que hay que intensificar la vigilancia policial es El Pueblo, como
consecuencia de los menores que allí deambulan para observar el tráfico
marítimo y como buscar la forma de colarse en los barcos hacia la Península. En
los disturbios de la Cañada se trataba de grupos organizados que durante más de
siete horas establecieron enfrentamientos con la policía a base del lanzamiento
de piedras, cocteles molotov, a la que dispararon con arma de fuego, mientras
sembraban las calles de barricadas y quemaban contenedores y vehículos. El
resultado final ha sido: trece policías heridos. A ellos y al resto de
compañeros esta sociedad les debe que el balance no haya sido superior pero
sobre todo que, las consecuencias, para la población, hoy, lo tuviéramos que lamentar
aún más. Para los cuerpos y fuerzas de seguridad todos los medios que se
empleen son pocos para una mayor efectividad, protección, y su necesaria
dignidad como trabajadores y personas. En esta hora no hay que interpretar
causas para la violencia ejercida por estos desalmados que han roto el orden
público, sino simplemente que para ellos deben tener sus consecuencias. Ahora
llega el análisis de lo ocurrido que debe ser realista, muy lejos de utilizar políticas
del avestruz, que no solo enquistan los temas sino que pasan factura. Una
sociedad avanzada es sin duda aquella, en la que entre otras cosas, la
seguridad existe, y que se traduce para los ciudadanos en la práctica de la
libertad de movimientos y para el delincuente en la condena que sus actos llevan
aparejados
Ángel Gil
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