Piensen
como si fueran concursantes de Pasa Palabra, pero con todo el tiempo del mundo.
Les puedo dar sugerencias que ahora me vienen a la memoria, Melilla, Madre, Mujer,
Marinero, Militar, Médico, pero desde ayer incluyo la de un apellido que
empieza con esa letra, la del periodista de Intereconomía, Cake Minuesa. Hemos
empezado el año, de nuevo, con los asesinos etarras danzando a sus anchas,
desafiantes, amparados por un Auto que no es que sea un borrón, es que peor,
imposible. Santiago y cierra ya. Con razón ayer en una entrevista el presidente
de la Asociación Dignidad y Justicia, Luis Portero, mostraba su desconfianza
sobre el Juez Pedraz. Precisamente esta Asociación había pedido a la Audiencia
Nacional que prohibiera el acto en el que participarían 63 etarras
recientemente excarcelados. En una denuncia presentada ante el Juzgado de Guardia de la Audiencia Nacional, Dignidad y Justicia considera que la comparecencia pública
y posterior comida de los excarcelados tiene como objetivo
"mostrar su apoyo y solidaridad, con el consiguiente homenaje, al resto de
miembros de la organización terrorista ETA que aún se encuentran
encarcelados". La asociación denunciante cree que este acto podría constituir un delito de enaltecimiento del terrorismo. Después de ver por
televisión el aquelarre que significa reunirse los que han quitado la vida a
más de trescientas personas, todo lo dicho por las víctimas del terrorismo
etarra se ha vuelto a cumplir. Ellas son las únicas que sufren y a las que una
vez más se las afrenta públicamente. Pero en toda esta situación de escurrir el
bulto o de inacción, llámenla como quieran, ha aparecido un periodista, Cake
Minuesa, que ha sido capaz de decirles en la cara a los asesinos lo que un bien
nacido piensa. Fue al final del alegato de los que tienen las manos manchadas
de sangre, cuando Minuesa les invito a que pidiesen perdón por las muertes y se
arrepintiesen, y la respuesta de esa banda fue que si el periodista quiere
protagonismo, igual lo puede buscar en el circo. Siguió por recordar a los
asesinados, de los que nadie habla de ellos y les recordó a los etarras que no
tienen la hombría, la dignidad y la vergüenza de pedir perdón. Les preguntó que
han ganado matando y dijo Minuesa que habla en nombre de la paz y de la
dignidad. En ese momento, fue sacado entre cuatro individuos mientras le decían
que ya había montado el espectáculo. Los bandidos enmudecieron ante la verdad,
antes se rieron y lo hacen, no solo de los familiares que han perdido a los
suyos bajo sus balas asesinas, sino de toda esta sociedad. Una vez más basta
ya, ante tanta infamia pero sobre todo ante la cobardía que supone consentir
actos así
Ángel Gil
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