Este
fin de semana se han levantado muchas pasiones que han paralizado la vida
cotidiana de España. El futbol tiene la culpa. Divide y une a la vez, todo con
deportividad, pero no exenta de querer solo uno ganar. Esto sí que es
bipartidismo en estado puro, o eras merengue o colchonero. Ayer, Lisboa fue esa
capital de España con puerto que sueña, no un nuevo mundo, sino una copa del
viejo continente. Cien mil españoles invadieron, pacíficamente, algo más que la
Plaza del Comercio lisboeta, vistiendo a rayas o de blanco, con canticos y
voces de victoria o luciendo banderas al viento. El futbol es más que un
espectáculo, es un fenómeno sociológico para el que las fronteras no existen,
ni tampoco los sexos. Este 24 de Mayo será un nuevo día para volver a preguntar
¿y tu dónde estabas?. Tal vez no volvamos a encontrarnos con otra final
rojigualda, aunque lo deseemos. Pero solo el esfuerzo, tesón e ilusión de dos
equipos españoles han hecho posible llegar a la final y eso es lo que
disfrutamos. Y aquí, el expresarlo en plural es la constatación que solo el
deporte del balón une a una nación lo que otras cosas, aun siendo más
importantes, no consiguen. En esta Liga se ha ido hablando, con insistencia,
sobre el fenómeno Simeone, hasta el punto que ha sacado de sus jugadores lo
mejor o como dicen los entendidos les ha dejado hacer en el campo. El pupas de
antaño ya no es lo que era y se ha enfrentado a la solera blanca que al final
ha ganado. Un escenario sencillo pero muy efectivo se ha montado en el Estadio
de la Luz mientras suena el himno. Pero hoy hay otro partido exento de pasiones
y de alta participación. Son las Elecciones Europeas. La distancia que los
ciudadanos mantienen con los políticos gracias a lo que estos han dejado de
hacer será motivo del desinterés de unos electores hartos. A pesar del sentir
que en las calles se respira, de haber asistido a la peor campaña, en estas
Elecciones nos jugamos mucho y solo por eso es motivo para que hoy acuda a su
Colegio a depositar su voto. Con él, otro no decidirá por usted. Existe una diferencia entre el futbol y las
elecciones, en el primero siempre hay un solo ganador, en los comicios todos
ganan y suben y nadie pierde. Es la manera de disfrazar resultados, vender humo
y no querer ver el mensaje que todos nosotros les enviamos. Observe lo que
pasará en la noche electoral que hoy nos espera, la tardanza de unos para dar
la cara ante los medios de comunicación o la alegría y consiguiente extensión
de los resultados a una política local o nacional. La noche de final de Copa ha
vuelto a reunir a familias y amigos en torno a un televisor, es como un
paréntesis ante la crisis que seguimos padeciendo con dureza, en cambio la de
esta noche serán pocos los que lo hagan para ver primero sondeos y luego votos
escrutados. El político debe recapacitar por que los españoles vibran y se
movilizan ante veintidós hombres que luchan por un balón y la desazón del día
siguiente. Unos ponen el alma y vibramos, otros…
Ángel Gil
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