El melillense es viajero desde la cuna y
tal vez, por eso, si hiciéramos un sondeo saldría que es el español que sabe
hacer en menos tiempo una maleta. Tiene el corazón partío porque es de aquí
pero es de allá. Sueña con la Península pero echa de menos la tierra. Hace
muchos años nos casamos por monopolio con Trasmediterránea, hasta que el mar
nos separe. Era la única, y no cabían filtreos, es cierto que se miraban otros
mares donde surcaban otras, pero… nosotros fieles, no había más que la Trasme,
aun con el espacio hecho unos zorros, moviéndose en temporales, siendo malqueda
y tardona. Ella, ella y solo ella. ¿Qué pasó cuando el monopolio se rompió?
Entonces la venda se cayó bajo la farola del mar y fuimos seducidos por una
canaria que es limpia, rápida, nos hace ahorrar, nos puso casa de estreno y
hasta bus. Y solo la decimos no te vayas nunca porque, yo sin ti, seré una
lágrima salada, seré un pasajero que se apaga en el silencio de la nada, si te
vas. Ahora desde la orilla vemos agua, solo agua, el efecto isla se acrecienta
y estamos como Robinson y eso que las líneas son de interés, nosotros
preparados con la maleta a ruedas y nada, en el paro viajero. Maldito parné que
tan mal no estamos pero…, solo nos queda la incertidumbre, ¿un nuevo pliego?,
¿habrá prorroga?. Aquí nos pasa como cuando nos caían suspensos en el cole,
llegábamos a casa y después de entregar el boletín con la parrafada
consiguiente, decíamos aquello de también le han suspendido a B, C y D. Que más
dará, si nosotros tenemos que resolver el problema. Pero aquí no vale vender
humo, ni la escusa de juegos de engaño a última hora, ni dejemos lo que hay, aun
con barcos que superan los quince años de antigüedad, solo necesitamos que nos
aseguren que barcos habrá, que los puertos conseguidos no se perderán, o que el
bolsillo del viajero no soportará mas subidas, estando a la altura del Siglo
XXI, donde se potencia, entre otras cosas, la alta velocidad en el mar. Son
derechos adquiridos en los que sin dejar de potenciar el transporte aéreo no
puede dejarse en el olvido el marítimo. Precisamente cuando, además, es
utilizado para una parte muy sustancial del abastecimiento de Melilla. Precisamente
por todo esto existe preocupación entre la población ante lo que el futuro nos
deparará. El momento en que, de nuevo, hemos conocido que el concurso del
contrato marítimo ha quedado desierto, no es el mejor ante unas vacaciones, las
de verano, donde se producen la mayor parte de los desplazamientos anuales. Solo
esperamos que la incertidumbre que hoy tenemos sea felizmente resuelta, que
podamos seguir contando con un médico a bordo y que la travesía nocturna no se
pierda, ya que es la más demandada por el viajero. El cual, hoy, se encuentra
con sus vacaciones planificadas, la maleta hecha y unas navieras con
interrogantes
Ángel Gil
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