miércoles, 25 de noviembre de 2015

No te pongas esa ropa



María le conoció en un chat, luego llegó un encuentro en una Feria del sur de España. Como siempre, había nervios por una cita a ciegas, ¿Cómo será él en persona?, ¿le gustaré?, ¿Cómo debo ir vestida?. María es demasiado confiada, se entrega sin medida ni esperar ser correspondida. Una mirada de otro pero sobre todo una palabra que embauca aunque no sea sentida le sirve para creer que la quieren y que ella es el centro del mundo. Su negativa a valorarse la lleva a confiar de quien no lo merece. Y mira que en casa su madre le da consejos, le trata de hacer ver la realidad de la vida, pero ella nada escucha, se ha vuelto a poner le venda en los ojos y sigue acusando a su madre que no la deja ser feliz. Hay que reconocer que Marco tiene muchos kilómetros corridos y que María, pese a creerse que todo lo sabe, es novata y vuelve a equivocarse, simplemente porque confunde el interés con el amor. El chico, con veintidós años, engrosa la larga lista de ni-nis, se levanta tarde y se pasa el resto del día enganchado en la red. Esto le sirve para estar en permanente contacto con María también por whatsapp, ya que viven en diferentes provincias. El otro día tuvieron una de sus frecuentes peleas por móvil, ella le estuvo contando lo bien que se sentía como voluntaria en un CIE y él le quitó las ganas sacando lo negativo que pueda tener la situación pero sobre todo no se paró a pensar que debe respetar que su novia tiene otra vida, y no solo estar conectada o a un móvil o a una red social. María, tal vez no se da cuenta, pero él la aleja de su familia, también pasó antes con otros, ella parece no escarmentar y se muestra sumisa ante estos tipos. Ha cambiado hasta su forma de vestir, él la insiste que otros hombres la miran y desean, incluso hasta una tarde la hizo volver a su cuarto porque afirmó que así no saldría con ella a la calle. En sus frecuentes viajes ella dice ser feliz, una mañana de piscina o ir a la playa, con sesión de fotos incluidas, parecen llenarle, como también salir de copas o quedarse en su casa viendo pelis. María no cae en la cuenta que sufre violencia de género, tal vez no la pegue, pero el control sobre sus actos aumenta a medida que pasa el tiempo. Marco es inmaduro, solo hace falta ver sus gestos o la propia ropa que usa, es un Peter Pan instalado en el país del nunca jamás. Hace una semana que María le planteó a Marco dejar la relación, él la gritó por teléfono y la amenazó con quitarse la vida si ella era capaz de hacer algo así. A partir de ese momento las llamadas eran más seguidas e incluso le ordenaba a María que, después de su siesta, que no hiciese nada solo estuviera sentada frente a un ordenador para hacer una sesión de skype. La desidia de un ni-nis puede hacer tanto daño a su familia como el perder una ayuda. Quien no busca trabajo pero tampoco estudia, no puede seguir estando subvencionado. Hay muchas formas de maltrato de género, que sepamos verlo y apartarnos de quienes hacen tanto daño
Ángel Gil  

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