María le conoció en un chat, luego llegó
un encuentro en una Feria del sur de España. Como siempre, había nervios por
una cita a ciegas, ¿Cómo será él en persona?, ¿le gustaré?, ¿Cómo debo ir
vestida?. María es demasiado confiada, se entrega sin medida ni esperar ser
correspondida. Una mirada de otro pero sobre todo una palabra que embauca
aunque no sea sentida le sirve para creer que la quieren y que ella es el
centro del mundo. Su negativa a valorarse la lleva a confiar de quien no lo
merece. Y mira que en casa su madre le da consejos, le trata de hacer ver la
realidad de la vida, pero ella nada escucha, se ha vuelto a poner le venda en
los ojos y sigue acusando a su madre que no la deja ser feliz. Hay que reconocer
que Marco tiene muchos kilómetros corridos y que María, pese a creerse que todo
lo sabe, es novata y vuelve a equivocarse, simplemente porque confunde el
interés con el amor. El chico, con veintidós años, engrosa la larga lista de
ni-nis, se levanta tarde y se pasa el resto del día enganchado en la red. Esto
le sirve para estar en permanente contacto con María también por whatsapp, ya
que viven en diferentes provincias. El otro día tuvieron una de sus frecuentes
peleas por móvil, ella le estuvo contando lo bien que se sentía como voluntaria
en un CIE y él le quitó las ganas sacando lo negativo que pueda tener la
situación pero sobre todo no se paró a pensar que debe respetar que su novia
tiene otra vida, y no solo estar conectada o a un móvil o a una red social. María,
tal vez no se da cuenta, pero él la aleja de su familia, también pasó antes con
otros, ella parece no escarmentar y se muestra sumisa ante estos tipos. Ha
cambiado hasta su forma de vestir, él la insiste que otros hombres la miran y
desean, incluso hasta una tarde la hizo volver a su cuarto porque afirmó que
así no saldría con ella a la calle. En sus frecuentes viajes ella dice ser
feliz, una mañana de piscina o ir a la playa, con sesión de fotos incluidas,
parecen llenarle, como también salir de copas o quedarse en su casa viendo
pelis. María no cae en la cuenta que sufre violencia de género, tal vez no la
pegue, pero el control sobre sus actos aumenta a medida que pasa el tiempo.
Marco es inmaduro, solo hace falta ver sus gestos o la propia ropa que usa, es un
Peter Pan instalado en el país del nunca jamás. Hace una semana que María le
planteó a Marco dejar la relación, él la gritó por teléfono y la amenazó con
quitarse la vida si ella era capaz de hacer algo así. A partir de ese momento
las llamadas eran más seguidas e incluso le ordenaba a María que, después de su
siesta, que no hiciese nada solo estuviera sentada frente a un ordenador para
hacer una sesión de skype. La desidia de un ni-nis puede hacer tanto daño a su
familia como el perder una ayuda. Quien no busca trabajo pero tampoco estudia,
no puede seguir estando subvencionado. Hay muchas formas de maltrato de género,
que sepamos verlo y apartarnos de quienes hacen tanto daño
Ángel Gil
No hay comentarios:
Publicar un comentario