De un
ciudadano a otro. De quien aquí habita a quien llega a una tierra donde siempre
acogemos a todo el que se acerca. Alberto Rivera, su primera campaña política
es motivo de análisis por mis alumnos en cada curso que doy de Comunicación. Estudiamos
lo verbal y no verbal, el color corporativo y el contenido de un texto y la
expresión en una imagen para hacer el mensaje eficaz. Es en definitiva el poder
de la seducción como motor para convencer. Tuve la suerte que me formé por
quien diseño su lanzamiento político en el Parlamento de Cataluña. Cuando
escribo ésta columna leo sus treinta propuestas para cambiar España. Empieza
por la Corona y la desigualdad existente de preferencia del varón sobre la
mujer, que quiere derogar para que así sí se cumpla de verdad el artículo 14 de
la Constitución. Tenemos derecho a una buena administración, eso propone y
deseamos verla, eso sí alejada del despilfarro y no sólo como instituciones con
afán recaudador. Hace mucho que pedimos más democracia interna en unos partidos
donde la confección de sus listas es producto de la amistad con el líder que de
ser los mejores, los más capaces para estar en un cargo y solucionar los
problemas. El sistema de primarias debe ser aplicado por todos los grupos
políticos quitando a los cuneros de la contienda electoral o a los más dóciles
al poder establecido. Rivera lo que sigo sin estar de acuerdo es cuando
defendéis desde Ciudadanos una escuela pública laica. Esto suena a Francia y no
es nuestro caso. Los principios del mundo occidental tienen su origen en el
cristianismo y deben ser potenciados precisamente cuando faltan en la sociedad
del Siglo XXI. España es aconfesional, no laica y por eso es preciso subrayar
la gran labor desarrollada por los colegios concertados, no solo al ahorrar la
Iglesia al Estado más de tres mil millones de euros al presupuesto de Educación
sino al dar la formación en valores que precisamente necesitan los más jóvenes.
Su postura sobre el Concordato con la Santa Sede debe ser mas explicita en una
Nación mayoritariamente católica. El fin de los privilegios políticos como el
aforamiento o un control riguroso al régimen de incompatibilidades es bien
acogido como la potenciación de las comisiones de investigación en las Cortes
generales, siempre y cuando no se conviertan en Poder Judicial. A este le
pedimos rapidez y que los nombramientos de Jueces y Magistrados sea por mérito
y capacidad Si bien las Diputaciones provinciales sobran y más desde que España
es un Estado autonómico, en cuanto al Senado no puedo estar de acuerdo en su
desaparición y si en una reducción drástica de sus presupuestos y su inmediata
conversión en Cámara de representación territorial como contempla la
Constitución. La Melilla que hoy le espera sigue reclamando que sola no puede
soportar la presión migratoria. El paro afecta a esta tierra y las
comunicaciones con la Península siguen siendo muy costosas para los ciudadanos.
Necesitamos nuevas caras con otro estilo. Bienvenido Alberto a esta tierra modernista
que sin decirlo tiene su seny.
Ángel Gil
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