domingo, 8 de noviembre de 2015

Carta a Alberto Rivera

De un ciudadano a otro. De quien aquí habita a quien llega a una tierra donde siempre acogemos a todo el que se acerca. Alberto Rivera, su primera campaña política es motivo de análisis por mis alumnos en cada curso que doy de Comunicación. Estudiamos lo verbal y no verbal, el color corporativo y el contenido de un texto y la expresión en una imagen para hacer el mensaje eficaz. Es en definitiva el poder de la seducción como motor para convencer. Tuve la suerte que me formé por quien diseño su lanzamiento político en el Parlamento de Cataluña. Cuando escribo ésta columna leo sus treinta propuestas para cambiar España. Empieza por la Corona y la desigualdad existente de preferencia del varón sobre la mujer, que quiere derogar para que así sí se cumpla de verdad el artículo 14 de la Constitución. Tenemos derecho a una buena administración, eso propone y deseamos verla, eso sí alejada del despilfarro y no sólo como instituciones con afán recaudador. Hace mucho que pedimos más democracia interna en unos partidos donde la confección de sus listas es producto de la amistad con el líder que de ser los mejores, los más capaces para estar en un cargo y solucionar los problemas. El sistema de primarias debe ser aplicado por todos los grupos políticos quitando a los cuneros de la contienda electoral o a los más dóciles al poder establecido. Rivera lo que sigo sin estar de acuerdo es cuando defendéis desde Ciudadanos una escuela pública laica. Esto suena a Francia y no es nuestro caso. Los principios del mundo occidental tienen su origen en el cristianismo y deben ser potenciados precisamente cuando faltan en la sociedad del Siglo XXI. España es aconfesional, no laica y por eso es preciso subrayar la gran labor desarrollada por los colegios concertados, no solo al ahorrar la Iglesia al Estado más de tres mil millones de euros al presupuesto de Educación sino al dar la formación en valores que precisamente necesitan los más jóvenes. Su postura sobre el Concordato con la Santa Sede debe ser mas explicita en una Nación mayoritariamente católica. El fin de los privilegios políticos como el aforamiento o un control riguroso al régimen de incompatibilidades es bien acogido como la potenciación de las comisiones de investigación en las Cortes generales, siempre y cuando no se conviertan en Poder Judicial. A este le pedimos rapidez y que los nombramientos de Jueces y Magistrados sea por mérito y capacidad Si bien las Diputaciones provinciales sobran y más desde que España es un Estado autonómico, en cuanto al Senado no puedo estar de acuerdo en su desaparición y si en una reducción drástica de sus presupuestos y su inmediata conversión en Cámara de representación territorial como contempla la Constitución. La Melilla que hoy le espera sigue reclamando que sola no puede soportar la presión migratoria. El paro afecta a esta tierra y las comunicaciones con la Península siguen siendo muy costosas para los ciudadanos. Necesitamos nuevas caras con otro estilo. Bienvenido Alberto a esta tierra modernista que sin decirlo tiene su seny. 
Ángel Gil

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