En un editorial de un diario se hablaba de Indurain…Todos
sus seguidores, todo su equipo, celebraban el triunfo. Él también lo celebraba
sólo que, a la vez, transmitía la sensación de que algo en él, algo muy profundo
y esencial, permanecía ajeno. No era el triunfador o jugador convencional. Quienes
lo han seguido de cerca conocen su comportamiento, su inclinación a quitar
importancia al mero resultado, su excepcional compañerismo con todos los
miembros del equipo. Un espejo donde mirarse. El cinco de Marzo Melilla quedó sumida en el silencio. Se extendió
como una bórea que en lugar de ascender por Trapana, pasar por la Iglesia del
Pueblo y descender al Llano, se elevó por Cabrerizas y cubrió de niebla cada
rincón de Rusadir. Era Domingo, muy de mañana con un cielo limpio de Poniente.
En el asfalto, dos ruedas marcaban esfuerzo, un corazón acelerado y un trago de
agua para aun llegar a los Pinos. Y el renglón torcido de un volante rompió en
un segundo lo más preciado del ser humano y con él proyectos, ilusiones,
desesperanzas, sonrisas. Carlos Huelin estaba y dejo de estar. Así somos pero
aún no nos damos cuenta. Se aplazó eternamente ese tiempo con Miguel, su compi,
su hermano, su confidente, bajo la
estrella que a ellos y a tantos siempre nos unió. Hoy, es recuerdo la primera
palabra de amor o el llanto en noches en vela junto a una cuna. Ayer su pequeño
Juan quería seguir viendo ese globo que soltó velas, que se eleva y que se va.
Pero todo deja semillas y fruto, la amistad, familia, compromiso, ayuda,
entrega, esfuerzo, de estos valores y tantos otros, a manos llenas esparció
Carlos por su corta vida. Con eso se quedan los suyos y con esa mochila cargada
a la espalda sube él por las altas cimas azules de la eternidad hasta llegar al
encuentro con el Padre. Melilla volvió a ser humanitaria, tres mil personas
acudimos a la lectura del Manifiesto en homenaje a Carlos Huelin en el que se
ha pedido un endurecimiento de las leyes y que las administraciones doten a
aquellos que practican el deporte en la vía pública o en el medio natural de
unas infraestructuras y viales que garanticen su seguridad con los mismos
derechos que tienen el resto de amantes de otros deportes de practicarlos en
unas instalaciones seguras. Solo de esta manera, los ciclistas y triatletas
melillenses volverán a sentirse seguros practicando deporte en la Ciudad. Carlos
merece el recuerdo permanente por eso desde esta columna pido que a una prueba
deportiva melillense se le ponga el nombre de “Memorial Carlos Huelin”,
convirtiéndose en una importante del calendario nacional que sirva de promoción
al deporte y de ejemplo de lo que nunca debió pasar. Desde allá arriba en este
sábado de marzo con dos lunas como ruedas nos sigue mirando Carlos montado en
una bici. Ángel Gil
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