Estos días he tenido el placer de enseñarte Melilla.
Esta Ciudad donde un día nació tu padre y donde tu abuelo no quiso servir a
otra bandera y comprendió que la muerte no es el final. Cuando te esperamos en
el Aeropuerto tus ojos ya brillaban con la emoción primera de aquella niña que
supo antes cantar una habanera que hablar la lengua de Castilla. Y de allí
nació tu deseo de investigar a través de tu Fundación cómo se puede cantar a
Cuba desde esa tierra de campos de tu Valladolid natal. Gracias a Patricia
Suarez tuve la suerte una tarde de conocerte en las ondas, cuando ambos
hacíamos radio donde Madrid se hace más universal. Años has intuido este viaje
que ahora vives como una promesa, como una deuda que hoy saldas. Has recorrido
las calles desde O´Donnell hasta la Avenida, has contemplado como un soldado
desconocido puede tener cara joven con unas manos rugosas que solo la
experiencia en mil batallas concede la vida, te has parado ante el Ángel del
Cementerio, ese que pone en las sienes de cada castrense que duerme la corona y
la oración por su entrega valerosa y te has emocionado tras salir del Panteón
ante los versos de Goy de Silva. Melilla te ha recibido con su poniente para
respirar el aire limpio al atardecer en el Parque Hernández, mientras
escuchabas solo el agua como música natural. Esa otra que solo hacia un rato la
veías romper con fuerza por Horcas Coloradas. Melilla modernista en sus
fachadas, en esos balcones llenos de vivencias, burguesa en su trazado y eterna
para todos los que un día nacimos en ella o quieren a esta Ciudad. Mientras
mirabas ese gótico civil de la UNED me decías que aún hoy sigue siendo esta
Rusadir la gran desconocida en la Península. Siempre has creído en la unión que
a las personas concede la música más allá de credos o lugares donde uno pueda
ver la luz. Y de nuevo hemos comprobado tu admiración sincera por Juan Pablo de
Juan, ese melillense que con su música y su entrega nos hace sentirnos
orgullosos. Teresa Pérez sabes a habaneras de aquellas criollas de hablar
candencioso que pasan su existencia en el Malecón. Aquí permanece esta hija de
Marte para cuando tú decidas volver mirando siempre como adelantada desde este
sur del sur. Ángel Gil
No hay comentarios:
Publicar un comentario