sábado, 26 de mayo de 2012

Lo que come Martha
Tiene nueve años. Se llama Martha Payne, y es una pelirroja escocesa que ha comenzado a publicar en su blog el menú que le ponen en su cole. En la bandeja podemos observar dos croquetas precocinadas, una hamburguesa requemada, tres rodajas secas de pepino y un polo metido en un plástico. Antes de ser convertida por la web en una queja fue un proyecto escolar en el que reflejaba que casi siempre en el colegio la comida es horrible. A diario cuelga, como crítica, las dos libras que cuesta el menú y como observación final: pelos encontrados (en este caso, un cero). Su padre que no le daba, al principio, ningún interés a lo que ella hacía, ha podido comprobar que de las escasas entradas iniciales se ha pasado en nada a las cuarenta mil visitas y lo que es más importante es ya un asunto de interés político nacional en el Reino Unido. Sin quererlo ha sabido hacer una extraordinaria campaña de comunicación que en palabras de su progenitor ha tocado la fibra de todos. Martha escribe que estando en edad de crecer necesita concentrarse por la tarde pero que le es imposible hacerlo con una sola croqueta en su estómago o también refleja que le gustaría que la sirvieran más y que no les pongan cosas que son un poco asquerosas. Termina afirmando que lo bueno que tiene su blog es que ahora su padre entiende por qué vuelve tan hambrienta a casa. La comida en los países anglosajones vuelve a situarse en el centro del debate frente a la alternativa de la dieta mediterránea, no solo más saludable sino infinitamente más variada. Tal vez todo el problema estriba en que ellos no supieron inventarla e intentan imponernos no solo sus modas en cuanto a celebraciones como el viernes 13 o halloween, sino sus comidas basura. El problema que, en unos años, seguirán sufriendo estas sociedades es el aumento imparable de la obesidad tanto en edad infantil como en la adulta, con dolencias cardiacas o índices elevados de colesterol. Europa no es la misma, sus personalidades, vivencias difieren del norte al sur, y eso es imposible homogeneizarlo. Es una de las razones por la cual el turismo sigue tomando como lugar de destino a España, su clima, sus gentes, su gastronomía e historia nos hacen únicos. A buen seguro que los directivos de ese colegio escocés deberían de copiar menús de aquí a base de legumbres, verduras, pescado, algo de carne, aceite de oliva y frutas, algo que, por cierto, me comentaba hace unos días el presidente del Banco de Alimentos de Melilla, Juan Paredes, ha sido adoptado en el ámbito de la Unión Europea para esa ONG. La pirámide de alimentación debe convertirse en un referente, tanto o más que las recomendaciones del doctor Grande Covián, aquellas que nos decía que hay que comer de todo, pero en plato de postre. Aquí en Melilla, por las distancias, que son nulas, tenemos como ventaja, que podemos regresar a casa para almorzar. Ayer mientras hacia un receso en mi guardia, hablábamos en las Torres del asadillo manchego, ¡qué bien le vendría, también a Martha, para cambiar de opinión!. Ángel  Gil     

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