María vuelve a encontrarte en esa acera donde cada 8
de Septiembre te busca. Guerrero Strachan ni soñar pudo que una Virgen galeona
cruzase el umbral de su obra. Aquella que quisieron llevarse a América arribó a
estas costas para estacionarse en los siglos. Mientras el Himno nacional suena
las campanas tañen en tu corazón, tanto como el escalofrío que te recorre por
dentro al verla descender los peldaños. Ahí la tienes, se mezcla con la familia
que crece, con ese niño que vuelve a buscar el calor de la Madre o con el
anciano que solo, mira desde el bordillo al Sí hecho Trono. ¡Victoria es luz,
sentimiento y fe!. No es tradición porque entonces se confunde lo sagrado con
la costumbre. Y los edificios modernistas se vuelven retablos al aire. Los tallos
de sus fachadas o las flores en piedra observan el paso lento de quien nos
trajo la Vida. Fray Fernando Linares, nos dice: “cierta antropología religiosa
interpreta las procesiones como el acto por el cual el pueblo arranca la imagen
venerada del ámbito de lo sagrado y del poder del Clero, para pasearla por el
ámbito de lo secular. Para los cristianos esos ámbitos no están separados desde
el momento en que el Dios humano lo ha sacralizado todo. En la procesión, Clero
y demás fieles unidos, y no enfrentados, exponen por la ciudad a la
contemplación esta Reina que nos dice: yo he alcanzado mi meta… que es la
plenitud de unión con mi Hijo, ahora a vosotros os toca alcanzar la vuestra.
Por eso Ella es el trono de Cristo, la oferente del Salvador a todos sus
hermanos”. Cae la tarde y Ella sigue siendo esa compañera en el caminar. Las
calles estrechas de la Vieja Melilla siguen en aquel que sufre el paro o los
túneles de una enfermedad encuentran su salida en la salud que a ti Madre te
seguimos implorando. ¡Victoria guía nuestra misión diaria!, vuelve a darnos el
buen consejo. Plaza de España o el abrazo fraternal de todos, sin que podamos
excluir a nadie o mirar con odio al que es diferente o no piensa igual que
nosotros. La Avenida es esa recta de los buenos momentos de la vida. María
siempre sigue aunque no la miremos o cuando incluso la olvidamos. En el llano
debemos prepararnos para volver a subir cuestas o cuando una piedra se cruza o
una zancadilla nos vuelve a hacer caer. ¡Madre protectora de este Pueblo, en
asedios, terremotos o epidemias!. Cada mañana del 8 de Septiembre los
melillenses te agradecemos con la renovación del juramento y te volvemos a
hacer Patrona. Que abramos las puertas y jamás las cerremos con una palabra o
una acción frente a otro. Haznos misioneros por la vida y que por El seamos
ejemplo. Hoy sigo buscando la misericordia. Cantamos el Himno de la Patrona de
José Beltrán y cojo tu mano. Miro a
María desde aquel lejano día en que me senté en los bancos de la Iglesia de la
Purísima siendo aun un niño, entonces y siempre tú sigues siendo nuestra
Victoria
Ángel Gil
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