domingo, 24 de septiembre de 2017

Sor Mayra


Aquel muñeco pintado de blanco que cobraba vida en una pizarra, hoy se ha quedado solo sin su autora y sin su profe. Se llama “Tres pelos”, guarda la línea sin llegar a la anorexia y era el que, desde la superficie del encerado, escuchaba a Sor Mayra y tal vez sabía antes que nadie que problemas o ecuaciones caerían en los exámenes de matemáticas y la solución a ellos. Fue viajero, lo mismo lucía en las aulas melillenses que allá donde la Hermana fuese destinada. Seguro que, “Tres pelos”, resurgió en Santo Domingo, al otro lado del Atlántico, recreado de la mano de Sor Mayra para pintar alguna sonrisa morena. Esta religiosa de las hermanas franciscanas de los Sagrados Corazones emprendió allá donde un día nació su viaje más largo a mediados de Septiembre. Estoy convencido que en la tarde de su vida cuando haya llegado a las puertas del Cielo, San Pedro le ha permitido que pase con un pizarrín y su “Tres pelos” y aun ligera de equipaje habrá superado cum laude el examen del amor. Tuve la suerte de conocerla allá por el 2.006 y de apreciar como abría las puertas de su casa y de su corazón para escucharte y darte un fraterno consejo. Conectamos de inmediato y jamás me dejó indiferente. Aquella frase de la Beata Madre Carmen «Cuando miro al cielo, se acrecientan mis deseos de ir por esos mundos a enseñar a las almas a conocer y amar a Dios» lo hizo suyo Sor Mayra. De mente abierta era de esas religiosas que no están en la vida para ser espectadoras sino para implicarse con otros e ir sembrando las enseñanzas del hombre más importante de la historia del mundo. Su sonrisa y ese acento dulce de su Santo Domingo natal iba regalándolo a quienes se encontraba en su camino. Y este le condujo un día a Melilla para permanecer muchos años en el colegio de las monjas de la calle Lope de Vega y en el de la carretera de Farhana. Su paso firme de mujer recta aún parece resonar en los pasillos tatareando como siempre Quisqueya, el nombre taino de su vieja isla. Muchas generaciones melillenses se han fascinado con aquel muñecote de limpia y amplia frente que cada mañana servía para despertar a los alumnos con su sonrisa o con su enfado. Este verano Yanka, Edison y sus hijos, una querida familia del Colegio, volvieron por vacaciones a la República Dominicana y fueron a visitar a Sor Mayra. Le llevaron objetos personales de melillenses y entre ellos una carta nuestra y fotos. Yanka nos envió por whatsapp las que se hicieron con ella. Aun en la pantalla del móvil transmitía un halo de bondad de un ser especial que pasó a nuestro lado haciendo el bien. Ángel  Gil

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