domingo, 17 de enero de 2016

El Corral de San Jerónimo

Este miércoles me hubiese encantado volver a estar en Tribuna de prensa en el Hemiciclo del Congreso. La cosa promete, pero no por ver rastas que te las encuentras por Tirso de Molina ni tampoco observar como utilizan la imagen de un bebe en un escaño o como otro investigado por corrupción se pasea, sale en los medios y se aferra al sillón y no tiene la vergüenza de irse o que le cesen, sino porque estamos en la hora de los grandes de aquellos que solo piensan en el bien general y que aparcan extremismos  para tender la mano que son capaz del sacrificio, incluso el personal, para sumar o para reconstruir lo que solo con la inacción se ha demolido. Tal vez esté pidiendo mucho a los políticos que nos han tocado. En cambio D. Felipe VI sube enteros, primero por no recibir a quien no se merece pisar La Zarzuela y después por la que se le avecina, pero que confiamos sepa llevar la nave al buen puerto que tanto necesitamos. El panorama está abierto hasta el extremo que pueden caer algunos y aparecer otros que solucionen el laberinto ibérico. Este que tiene en Cataluña un golpe de Estado sedicioso que se debió cortar por Ley pero que no se supo por tanta política de remilgo practicada. En estas estamos y los lastres hay que soltarlos. En cambio lo que nunca pasa son las formas ni la compostura, el respeto y el saber estar. Sí que apuesto porque nuestros representantes públicos masculinos vayan con traje y corbata y, en ocasiones, sin ella. Pero también creo que la limpieza de la que ésta semana hablaba Celia Villalobos incluye además del diario aseo el no distraer fondos, en fin no cometer delitos cuando se está en un cargo. Mientras, se trata de despejar dudas o de dejar para el 24 de Abril la fecha de otra repetición electoral. Por eso a ésta Legislatura la empiezan a llamar la breve y los que al Congreso van con pasacalles la denominan del bunker. Una novedad en la Cámara baja es que su presidente no es del color político de la lista más votada, veremos si está a la altura. Hubo promesas de diputados y diputadas que no se pueden considerar válidos pero en cambio se admitieron, dando la imagen de otra parte del show orquestado. Una escandalera reflejo de la falta de respeto a las instituciones porque quienes deben exigirlo miran para otro lado y los que lo practican creen que las Cortes Generales es un soviet. Lo que no terminan de darse cuenta es que darán por ello la cara ante los ciudadanos unos por pasarse y otros por no llegar. Ahora vamos a asistir a un fenómeno increíble, un Congreso y un Senado dedicado a debatir leyes sin que exista un Gobierno que las aplique. Un absurdo. El viejo Palacio de la Carrera de San Jerónimo con sus leones al frente ha soportado otras situaciones como aquel rodillo en el que sucumbía cualquier iniciativa, pero no se merece un circo montado como si de un plató televisivo se tratase. El miércoles hubo mucho teatro pero no es lugar. Los corrales eran del siglo de oro, ojalá hubiese en política otro de ese metal
Ángel Gil

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