Este miércoles me hubiese encantado
volver a estar en Tribuna de prensa en el Hemiciclo del Congreso. La cosa
promete, pero no por ver rastas que te las encuentras por Tirso de Molina ni
tampoco observar como utilizan la imagen de un bebe en un escaño o como otro
investigado por corrupción se pasea, sale en los medios y se aferra al sillón y
no tiene la vergüenza de irse o que le cesen, sino porque estamos en la hora de
los grandes de aquellos que solo piensan en el bien general y que aparcan extremismos
para tender la mano que son capaz del
sacrificio, incluso el personal, para sumar o para reconstruir lo que solo con
la inacción se ha demolido. Tal vez esté pidiendo mucho a los políticos que nos
han tocado. En cambio D. Felipe VI sube enteros, primero por no recibir a quien
no se merece pisar La Zarzuela y después por la que se le avecina, pero que
confiamos sepa llevar la nave al buen puerto que tanto necesitamos. El panorama
está abierto hasta el extremo que pueden caer algunos y aparecer otros que
solucionen el laberinto ibérico. Este que tiene en Cataluña un golpe de Estado
sedicioso que se debió cortar por Ley pero que no se supo por tanta política de
remilgo practicada. En estas estamos y los lastres hay que soltarlos. En cambio
lo que nunca pasa son las formas ni la compostura, el respeto y el saber estar.
Sí que apuesto porque nuestros representantes públicos masculinos vayan con
traje y corbata y, en ocasiones, sin ella. Pero también creo que la limpieza de
la que ésta semana hablaba Celia Villalobos incluye además del diario aseo el no
distraer fondos, en fin no cometer delitos cuando se está en un cargo. Mientras,
se trata de despejar dudas o de dejar para el 24 de Abril la fecha de otra
repetición electoral. Por eso a ésta Legislatura la empiezan a llamar la breve
y los que al Congreso van con pasacalles la denominan del bunker. Una novedad
en la Cámara baja es que su presidente no es del color político de la lista más
votada, veremos si está a la altura. Hubo promesas de diputados y diputadas que
no se pueden considerar válidos pero en cambio se admitieron, dando la imagen
de otra parte del show orquestado. Una escandalera reflejo de la falta de
respeto a las instituciones porque quienes deben exigirlo miran para otro lado
y los que lo practican creen que las Cortes Generales es un soviet. Lo que no
terminan de darse cuenta es que darán por ello la cara ante los ciudadanos unos
por pasarse y otros por no llegar. Ahora vamos a asistir a un fenómeno increíble,
un Congreso y un Senado dedicado a debatir leyes sin que exista un Gobierno que
las aplique. Un absurdo. El viejo Palacio de la Carrera de San Jerónimo con sus
leones al frente ha soportado otras situaciones como aquel rodillo en el que
sucumbía cualquier iniciativa, pero no se merece un circo montado como si de un
plató televisivo se tratase. El miércoles hubo mucho teatro pero no es lugar.
Los corrales eran del siglo de oro, ojalá hubiese en política otro de ese
metal
Ángel Gil
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