domingo, 17 de enero de 2016

Intrigas en la Taberna del Cojo

En este Enero, amanece Madrid con una densa niebla que no puede tapar el atuendo vergonzoso de los Magos de Oriente ni la desvirtuada Cabalgata de una Carmena que no respeta ni la inocencia de los niños. Suena de lejos un carrillón cuando aun reparten maletines por credenciales. La incógnita de Mas ha salido con signo menos, capitulando y con sabor a un fuet caducado para la Europa del siglo XXI. Mientras, de escándalo es el presupuesto para taxis en el Congreso, tres mil euros año por escaño, con lo rápido que se viaja con el abono transporte bajo tierra y al módico precio de 655 euros anuales. ¡Ay señorías!. En las Cámaras, las matemáticas se han puesto de moda, tanto como la eterna escena del sofá o la erótica del poder, pasando por los extraños compañeros y compañeras de cama o “El abrazo”, que solo queda en un lienzo sacado de los sótanos. En Jovellanos, en torno a una mesa, se hacen todos los repartos del mundo. Hay muchas sillas, en verdad no sé si tantas como apetencias se ven. Hoy por ti y mañana por mí, siempre por mí pero adorándote a ti. Da igual quien sea, de donde venga y su capacidad, pero siempre que sepa hacia dónde va, la poltrona, y que diga “si bwana”, en español que sea disciplinado y palmero. Los barones fijan todo para el día 13, mientras de fondo suena Carminho…si alguna vez preguntas el porqué, no sabré decirte la razón, ni una sola palabra que aquí se acaba la historia. O empieza, la de muchos que ni soñando esperaban estar donde están. Sin embargo sobre todos pende la espada de una repetición electoral, en la que los ciudadanos nos preguntamos cuál será el futuro que nos aguarda. El presente sabe a víspera de comenzar colegios, de acudir a los gimnasios o de hacer kilómetros por el paseo marítimo. De buenos deseos y propósitos por cumplir. Sigue preocupando el paro o la corrupción, cuando a primeros de ésta semana volverá a ser el centro de la vida nacional un Juicio, Noos, lleno de testigos y de investigados sentados en el banquillo. “La mejor receta para la novela policíaca, señalaba Agatha Christie, es que el detective nunca sepa más que el lector”. Hace cuarenta años nos dejaba la reina del crimen que murió sin matar a nadie. Y esto último es Donald Trump, por utilizar la imagen de Melilla en vano. Cinematográfico sí, pero sin querer entrar como nadie en lo que pasamos los melillenses con las avalanchas del perímetro fronterizo y con los menores que aun siguen deambulando por las calles. Esas que se llenan para ir a hacer cambios de Reyes a las tiendas y para encontrar chollos de rebajas. A las intrigas no les llegan los descuentos, pero sí en cambio los desengaños. La Taberna del Cojo, era el bar del Congreso, que según Alfonso Ussia “es el mejor lugar del parlamentarismo español que fue convertido por Peces Barba en biblioteca sin lectores”. Los bares de las Cortes fueron y siguen llenando columnas, de eso doy fe. Ángel Gil

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